Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Aunque el triunfo de la centroderecha resulta abrumador, la ausencia de quien reclame la derrota de las fuerzas petristas convierte el resultado electoral de ayer en una victoria sin dueño. Ni siquiera las encuestadoras, que esta vez acertaron en casi todo tienen un líder.

Las candidaturas ganadoras de Char, Fico ,Rey, Dilliam y Rojas estaban tan cantadas como la de Galán. Tal vez resulte un poco sorpresivo que Rendón, el controvertido exalcalde de Rionegro haya superado con creces a Luis Pérez o que Erasmo Zuleta haya derrotado al hermano de Calle, el presidente de la Cámara en la gobernación de Córdoba.

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Lo demás es la lógica abrumadora. La derrota de Bolívar en Bogotá personifica en una sola pieza el derrumbe del gobierno Petro. La realidad es dura y el presidente tendrá que admitirla aunque los contratistas le sirvan de colchón para aminorar el golpe, presionando a los congresistas para que le aprueben las reformas o les castiguen cerrándoles las compuertas presupuestales a las regiones.

Obviamente la mejor manera de no agrandar la derrota es no reconociéndola y eso hizo con el insulso discurso de anoche.. En consecuencia sería un error que de carambola cambie una vez más el gabinete aunque, con lo soberbios que son , serían capaces hasta de sacar al único petrista triunfador, el ministro Lizcano, que hizo moñona con el exministro Rojas en la alcaldía de Manizales y con el médico Gutiérrez en la gobernación de Caldas.

El mapa político ha cambiado y quienes miran al país dentro de 30 meses, cuando se desaten los sucesores de Petro, deben pensar muy seriamente que dispersos como andan ahora los de la centroderecha, la batalla se las puede ganar el gobernante con sus barrabasadas así hunda al país.

Es inevitable que surja un comando plural unificado de la oposición a Petro para evitar que el resultado de las elecciones de ayer termine siendo un chorro de babas, y no la victoria que se obtuvo.