Gardeazabal

Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

A mi me enseñaron a leer para aprender, empero, mientras fui creciendo y acercándome a la vejez,terminé divirtiéndome con la lectura y prefiriendo aprender con la observación, juiciosa o vergaja, de la realidad que me rodea. Quizás miré la vida desde un ángulo que mis contemporáneos no quisieron volver herramienta de gozo y a los muchachos de ahora no les interesa valorar.

Me volví incrédulo cuando reconocí, y soporté, los elementos constitutivos de la gran farsa que entre las religiones, la política y la ambición por el dinero fácil nos han construido para doblegarnos, inutilizarnos como aportantes y volvernos borregos incitados por las frases y los titulares que vomita una pantalla de celular. Pero como también me permitieron, mientras aparentaba ser un borrego más,que el conocimiento se ampliará con más lecturas y observaciones, hoy miro la tropezadora realidad que nos ahoga como deberían verla los griegos cuando iban al teatro como espectadores de tragedias y comedias.

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Todo lo hemos vuelto nada. El arte dejó de ser una búsqueda de la belleza. La política ya no es la luz que orienta a los gobernados y mucho menos a los gobernantes. Es la ausencia de dinero la que motiva todos los ejercicios. Es la ambición lo que nos abre las puertas del exceso pero mata el espíritu. He llegado biológicamente a una curva del camino donde se avizora muy poco trecho para seguir viviendo. He gozado haciendo el recorrido. Aspiro seguir divirtiéndome con lo que me toque de vida.

Acerté muchas veces y me di otras tantas contra las paredes cuando me equivoqué. He retrocedido cuando ni yo mismo lo esperaba. Tranquilo y feliz opinó sobre la estulticia de quienes creen que nos conducen al futuro. Lo seguiré haciendo. A ninguna edad tuve miedo ni a los poderosos ni a los brutos . Tampoco voy a tenerlo ahora cuando todos parecen coincidir en que es mejor llevarnos al abismo.

No me voy a ir porque cambien de aurigas o pongan al más torpe a desviarnos del camino. He pasado por tantas a lo largo de mis 77 años que no me causan miedo los malos gobiernos ni los gobernantes mentirosos. Estoy tranquilo analizando las ridiculeces que le ofrecen a los colombianos porque aprendí a resaltarlas creyendo que con ellas pongo a pensar a mis oyentes y lectores. No me voy a ir porque solo cuando se vayan todos yo me encargaré de apagar la luz .