Cuentan viejos libros y algunas voces al viento, que el alumbrado navideño como tal tiene sus inicios en la tradición religiosa católica de encender velas a la Virgen María, algo que no fue ajeno en Santiago de Cali y Colombia desde la colonia.

También se cuenta que a mediados del siglo XVIII, las familias europeas adineradas colocaban en el árbol navideño algunas velitas y farolitos que lo iluminaban, hasta que Edward Johnson, quien trabajara con Tomas Alba Edison, hacia finales del siglo XIX instaló un sistema eléctrico con luces en un pino mediano.

Luces que llegaron a la ‘Sultana del Valle’ en los albores de los años 60, lo que quedó plasmado en edificios como el de la Compañía Colombiana de Tabacos, en la carrera 1 con calle 12, donde un pino hecho de cables y bombillas daba la bienvenida a empleados y clientes. Así inició una tradición que se fue extendiendo a otras edificaciones, especialmente en bancos, antejardines y salas de algunas casas de gentes pudientes en la entonces pequeña capital vallecaucana, como lo comentó el arquitecto e historiador caleño Víctor Martínez.

Anuncio

Sobre lo acaecido en el edificio de Coltabaco en 1962, anotó: “algún ejecutivo de la empresa trajo la idea de Nueva York, de reproducir con luces la tradición norteamericana del árbol navideño”.

Hoy día, ciudades grandes y pequeñas y a partir de la primera semana de diciembre, relucen con un universo de focos de colores para avivar los sentidos y hacer revolotear el espíritu de la Navidad, algo que mágicamente une a las familias y la vecindad.

En su narrativa, Martínez, quien trabajó por varios años en el gobierno local, indicó que entre las décadas de los 70 y los 90, esta carta de presentación navideña pendía de los árboles con bombillos incandescentes engalanando sectores como la Avenida Sexta, Chipichape y la Circunvalación, en inmediaciones del parque del Acueducto de San Antonio, lo que era un paseo familiar obligado.

Cuenta que al ir pasando los diciembres, las empresas públicas y privadas también colocaban sus luces de algunos colores, incorporándoles la estrella de Belén, como pieza que identifica la tradición cristiana, expresada  en la Biblia como aquella luz que guio a los Reyes Magos hasta el portal donde nació el niño Jesús, reconocido como el Niño Dios.

En este lapso, comenta, destella por allá en 1973 la Estrella de Siloé, instalada sobre la cima y haciendo que el antiguo barrio de casitas en la pendiente cordillerana pareciera un pesebre; aunado ello a otro momento que se volvió tradicional, como fue también el pesebrito que levantaba, año tras año, el reconocido y solidario padre Alfonso Hurtado Galvis, quien celebraba la Navidad en inmediaciones al ya mencionado parque del Acueducto.

“A finales de los 70, los equipos de la ciudad, Deportivo Cali y América, comenzaron a cosechar estrellas que reconocían sus campeonatos. Fue allí, en medio de los alumbrados barriales, cuando la muchachada comenzó a pintar los escudos de sus equipos con sus nuevas estrellas, semejando estas con el astro que presentaba la natividad del Cristo. Así, en medio de colores como rojo, verde y blanco, las fiestas de la Navidad se conjugaban con la gloria del fútbol”, dijo el historiador.

Siguiendo esta línea de tiempo, sostiene, en los 90 y al comenzar el nuevo milenio, la calle 5 ya se engalanaba con altas y lumínicas figuras, colocadas por Emcali sobre la posteadura.

Algunos comentan también que hacia los 80 aparece otra actividad en medio del alumbrado: el concurso de los barrios mejor iluminados para este tiempo de festividad, que ya se mezclaba con la Feria de Cali.

“Cuando Emcali toma la decisión de que el alumbrado navideño es un proyecto gigantesco, se define que hay que empezar a hacerlo en sitios muy específicos -desde siempre fue el río Cali por ser un emblema de ciudad- y se le pidió a la Arquidiócesis, en cabeza de monseñor Juan Francisco Sarasti, que definiera temas como el pesebre, la Sagrada Familia, la Virgen María yendo a Belén, el nacimiento del niño, los Reyes Magos, pasando luego de los focos tradicionales a nuevas luces”, indicó Víctor Martínez.

Al situarnos entre los años 2008 y 2011, en el primer gobierno del alcalde Jorge Iván Ospina, se abrieron las temáticas y se arropó a la urbe en un manto de luces que destellaban y contaban historias de la caleñidad, en inmediaciones al centro, el río y la zona histórica, bajo conceptos como la ruta del nuevo latir, al son de la época, naturaleza mágica y mitos y leyendas. “Fueron alumbrados temáticos que exaltaban la cotidianidad y el quehacer de las gentes de esta comarca, como la elaboración del pandebono y el corte de la caña de azúcar; el uso del ferrocarril del Pacífico y el barco de vapor; junto al resalte de sitios geográficos y especies de aves y la ballena jorobada, ilustre visitante en el litoral en los meses de agosto y septiembre”, detalló.

Agregó que estos mágicos momentos de luces generaron mayor participación ciudadana, alargando su brillo a nuevos territorios de la ciudad, llevándolo a la periferia en sitios como el parque 72 W, Charco Azul y la gran postal del Parque Panamericano, lo que ayudó a mejorar la movilidad y brindó opciones a la economía local.

Entre 2012 y 2019, el alumbrado navideño de la ‘sucursal del cielo’ se asentó en el Bulevar del Paseo de la Avenida Colombia, un lugar considerado como ideal, porque además de seguir acompañado por los murmullos del río Cali, hizo un amplio camino peatonal que vinculó la Plaza de Cayzedo, el Paseo Bolívar, los puentes España y Ortiz y las calles 11 y 12. Las luces multicolores fueron incorporando más alegría, destacando la fauna, la flora y las oportunidades de paz, convivencia y civismo.

Fue también la oportunidad para la tecnología, que abrió el abanico de posibilidades a propios y visitantes en las navidades iluminadas, contando historias en mapping sobre fachadas de iglesias y edificios emblemáticos. Las sombras “iluminaban” historias en cada una de las mentes de los asistentes agolpados en andenes, calles y bancas que, como palcos, daban una oportunidad para el éxtasis de la concurrencia, que agradecía con sonoros aplausos.

En 2020, la humanidad sufrió una pandemia causada por un virus que, como fuego, se extendió por todo el orbe. Sin embargo, este bicho no apagó la llama de la Navidad en Cali, ni fundió los bombillos del tradicional alumbrado. En una jugada para privilegiar la vida, el multicolor destello viajó sobre ruedas a lo largo y ancho de la ciudad, para que los pobladores de la ‘sucursal’ lo apreciaran desde ventanas, antejardines y balcones, exaltando y agradeciendo a todos aquellos hombres y mujeres que desde unidades de cuidados intensivos hacían todos sus esfuerzos para que la luz de la vida no se apagara.

En 2021, muchos volvieron a respirar en el alumbrado navideño del Bulevar de la Avenida Colombia (Bulevar del Río) y otros puntos de la ciudad, dejando volar sus sentidos en medio de luces y figuras, después de casi dos años de incertidumbres.

Para este 2022, la capital vallecaucana se engalana de nuevo con su alumbrado resaltando el revolotear del colibrí, un pajarillo mágico que será anfitrión de ‘Cali, Luz y Alegría’. Se trata de un alumbrado alusivo a la biodiversidad que mostrará, a propios y visitantes, los tesoros naturales de la urbe como sus siete ríos, 12 eco-parques, 61 humedales y 562 aves, todo un paraíso a cuidar.