“Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir… que el prisionero eras tú” Lewis B. Smedes
Mi primera obra publicada tiene por nombre “Cuando la vida duele” y es una historia de vida, donde sobrevivir fue mi única opción.
Inicio mi primer escrito en esta columna con la intención de ayudar a otros a que no sufran lo que yo sufrí, ni cometan los mismos errores que yo cometí, e intento transmitir los valores que afloraron en mí con la escritura, siempre desde el punto de vista de mis propias vivencias.
Bajo la penumbra del odio y el rencor, la vida no puede evolucionar. El dolor que te infringen y el que te infringes a ti mismo, menguan la capacidad de amar de verdad.
Cuando consigues que el don de perdonar aflore en ti, y eres capaz de cerrar los ojos sintiéndolo desde el fondo de tu corazón, sin juicios, sin condición; que aquel que un día te hirió, también fue herido, que aquel que un día te dañó, también fue dañado. Entenderás que no se trata de olvidar sin más, si no de comprender, aceptar y perdonar para que tu alma se llene de paz.
Vivir, vivir sin rencor, con tu alma limpia de odio y venganza para poder avanzar, para construir tu propia vida, contagiando de amor a ti mismo y por ende a los demás.
El perdón no sirve para exculpar al ofensor, no para librarle de sus consecuencias, no sirve para justificar; sirve para ser capaz de recordar sin dolor, sirve para que tu propia alma sane y esté en paz.
Conseguimos perdonar, cuándo dejamos de guardar resentimiento y dejamos a un lado nuestra ira. Perdonar es, según su palabra indica “dejar pasar”.
El perdón implica una difícil tarea para el que perdona. Sí, es cierto, pero, peor es la tarea que acompañará a tu vida entera, si no consigues perdonar.
Cometí graves errores en mi vida, la carencia de amor paterno y esa búsqueda de figura masculina que me protegiera, me llevaron a errar hasta el extremo de mantener un baile con la muerte durante 50 años. La mentira se convirtió en mi modo de vida, proteger a los demás a costa de no dar valor a mi propia existencia, fue uno de los mayores errores que perpetre.
¡Pero el perdón me libero!
Los porqués se han multiplicado una vez he contado mi historia, yo también me pregunté constantemente ¿Porqué? Hoy entiendo que la pregunta correcta era ¿Para qué?
IG: @ireneescribe
Continuará…
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