—Vaya, vaya, vaya… No te esperaba hoy aquí, tengo muchas cosas que hacer y justamente tú, no puedes acompañarme.
—Llevaba tiempo sin venir a visitarte y me he dejado caer.
—Pues ten cuidado no te vayas a lastimar al caerte, así que levántate y vete. Aquí no tienes cabida.
—¡Uf¡ vaya modales
—Tengo un día complicado y debo rendir al máximo. No te necesito a mi lado.
—Me apetece estar contigo, solo hoy, déjame acompañarte y vamos a… no hacer nada.
—Mi querida apatía, te he dicho que te marches de aquí, me estás haciendo perder el tiempo, ya son más de las nueve y debería estar en marcha hace horas.
—Estas aquí todavía porque tú quieres, yo he venido a verte, sí…, pero eres tú la que sigue conversando conmigo.
—Ahora que lo dices, tienes razón; pues sigamos conversando total por un día no pasará nada y el mundo girará de todas formas. Ya que no puedo cumplir con mis compromisos, por lo menos averiguaré algo más de ti. A ver, explícame ¿por qué apareces en nuestras vidas?
—Puedes haber hecho un sobreesfuerzo mental o físico, no haber descansado bien, cansancio, falta de actividad, aburrimiento… Aunque también aparezco en casos de enfermedad o duelo…, pero, esto último mejor dejárselo a los expertos.
—Sí, mejor se lo dejamos a ellos. Aunque me llama la atención que digas aburrimiento, aburrirse hoy en día es algo que no comprendo.
—Los humanos sois un tanto extraños.
—Bueno, bueno, tampoco te vengas arriba y déjanos que seamos nosotros los que decidamos, quienes queremos ser.
—Tú preguntas…, yo respondo…, ¿lo prefieres así?
—Sí, mejor así. No juzgues, que tengo pendiente una conversación con los prejuicios y los pondré a raya en su momento. Pero sigamos. ¿Habrá algo que podamos hacer?
—Es bien sencillo, o no. Encontrar un hobby, hacer deporte, salir de esa zona a la que llamáis confort, en fin, darle una chispa de alegría e ilusión nueva a vuestro cuerpo, a vuestra mente, a vuestras emociones. Fíjate que no debería decirte esto, me echo tierra sobre mi propio tejado, pero, como finalmente has sido amable conmigo, ahí te lo dejo.
—Pues te lo agradezco Sr. o Sra. Apatía. Ahora puedes irte por donde has venido, porque yo; me voy a pasear, a disfrutar de la naturaleza y de un buen recital de cantos de aves.
—¿Nos vemos pronto?
—Nooo, mi querida Apatía, mejor no; cuanto más lejos mejor, y así podré seguir avanzando.

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