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Por: PEDRO PABLO AGUILERA G.

Para muchos, como para mí, el día de los enamorados o San Valentín será el 14 de febrero; pero el 14 de febrero de este año, además de eso, es cuando saldrán a la calle dos posiciones, dos miradas frente a la realidad política que está viviendo el país.

Por un lado, una oposición realmente que ha demostrado ser poco inteligente, – o tal vez no -, que está sentada esperando a que el Gobierno se siga equivocando, porque realmente se sigue equivocando con contradicciones públicas y se está desgastando en sí mismo, con contradicciones entre el equipo de gobierno en los procesos políticos donde no aparecen definitivamente las reformas anunciadas. Las reformas no están en la mesa. Por último, el gobierno también se erosiona con una seguidilla de nombramientos con signos de nepotismo, amiguismo y no de meritocracia. La gente se da cuenta que el cambio tiene muchas interrogantes

El 14 de febrero el presidente lanzó una convocatoria a salir a la calle a defender sus ideas, aunque las reformas que no se conozcan en firme; pero en todas partes hay quién obedece sin pensar, por ello la marcha de gobierno será “combativa” pues ¡EL PUEBLO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO!

Ese mismo día, saldrá también la oposición, otra vez y ese día lo habían “reservado” antes que el gobierno. Es como si se quisiera que chocaran las marchas. Cómo si se estuviese todavía en campaña. No es nada saludable y muy lejano de la política de paz total. El día del amor podría ser el choque de pasiones muy diferentes.

Digamos que si bien es un derecho que tiene todo gobierno de utilizar sus “fuerzas vivas” para sus fines; debe saber en qué momento y cómo hacerlo, pero como ha dicho el político y columnista Alberto Casas Santamaría en el diario El País de España, se está tensionando la independencia entre el ejecutivo y el legislativo; en especial del legislativo que se verá ante una presión y aunque suene duro, a un chantaje que hace el ejecutivo convocante, utilizando al constituyente primario como martillo sobre el legislativo. Hay un senado y cámara en donde además de oposición declarada, hay legisladores independientes y hasta de gobierno, con miradas diferentes al espíritu de los trinos conocidos por proponentes y detractores Las sesiones sin duda, serán polémicas en cada debate, de cada reforma y se moverá bajo el eco y memoria de consignas, carteles y arengas de esas marchas del 14 de febrero.

Las reformas deberían tener un curso natural donde los argumentos, las razones y la pluralidad de ideologías jueguen en el espacio de la democracia representativa. Dejemos al legislativo hacer su labor. A debatir, cuestionar, consensuar para llegar a su aprobación o no, como sucede en todos los gobiernos. No impongamos indirectamente lo que quiere el ejecutivo o el presidente. No coartemos en sus funciones al legislativo.

Lo que ocurrirá no solamente recuerda el famoso juicio de Herodes a Jesús en donde se violó todo el debido proceso. Así también hizo Maximiliano Robespierre en la Revolución Francesa. También un anarquista en la Comuna de Paris, un Churchill, un De Gaulle, un Perón o un Fidel desde sus gobiernos con una forma de ejercer el poder centrada en la mirada personalista.

Llamar al tercer estado o incipiente ciudadanía, a fin de cuentas Colombia aun tiene mucho de feudal en muchas cosas, es un uso de la violencia simbólica en el mejor de los casos. El próximo 14 de febrero puede ser un golpe de mano para llamar a una disciplina y orden del liderazgo de quién hoy está en el cenit de su historia política.

Convocar a sus mayorías, no significa que no exista otra mayoría que con estrecho margen perdió en la urnas en junio pasado. Este país lamentablemente tiene una historia de polaridades pero no se debe decir: se hace lo que yo quiero o llamo a mi gente. Las mayorías se ganan y se pierden muy rápido. No discuto la victoria de Petro, Petro ganó pero el país es un país dividido y el jefe de gobierno gobierna para todos.

El que la oposición haga oposición es un derecho. El que el gobierno defienda su proyecto es igual un derecho, pero aquí, se están lanzando frente a frente el mismo día. Eso se aleja de la necesidad de diálogos, de paz total. Esto es de confrontación de barricadas, eso es la protesta social como instrumento de presión política no contra el gobierno. Ahora es desde y en favor del gobierno.

Y por supuesto, este país necesita cambio, necesita mejorar, necesita reformas, pero esas reformas deben de seguir de una democracia, de un proceso democrático y la responsabilidad de ello la tiene el jefe de estado. El ejecutivo hoy, cuenta con mayorías en el Congreso que deben argumentar con inteligencia acuerdos para que la política colombiana avance en función de un mejor país, porque eso es lo que deseamos todos, un mejor país, más incluyente, más equitativo, democrático y participativo.

Tan dañina es la violencia física como la simbólica. Hay que cambiar. Hay que cambiar. Ahora es el momento de ejercer el poder democráticamente en toda la extensión de la palabra. El uso de la enorme fuerza del pueblo en las calles como democracia directa es aunque digan que no, un cierre del congreso. Es por otra parte, un experimento político para medir la fuerza del liderazgo unipersonal y ante las próximas elecciones regionales.

Realmente no deseo ni mucho menos que se den choques entre marchas, no deseo que haya violencia. La violencia la rechazo y lo que deseo es que la clase política de este país asuma responsablemente lo que tiene que hacer. Debatir, legislar, consensuar. Porque la política es el arte de hacer posible lo imposible.

Si la bancada del pacto histórico no es capaz de convencer por la gestión política de sus representantes ya será otra cosa Lo cierto es que leemos muchas divisiones, dentro del Consejo de Ministros y en la bancada de gobierno. Hay desde el presidente del senado reiteradas advertencias y el análisis de prensa que hizo apoyándose en un estado de opinión nacional fue una jugada compleja en el ajedrez de la política de gobierno. Frente a esto vemos el jefe del gobierno afirmando “si es sí” a cada reforma y que van porque van.

Quiero razón y la sensatez y que este 14 de febrero sea un día de amor lleno de democracia. Porque este país, lo que se merece es amor entre todos.