Hace unos meses les explicaba a los estudiantes de un curso: PODER, DEMOCRACIA Y CONFLICTO, las posibilidades de un desplazamiento geopolítico de las tensiones de Ucrania a nuestro continente en una jugada de presionar romper el equilibrio global en la región en manos de los EEUU.
Yo siempre he creído que Rusia quiere reposicionarse a nivel regional y de hecho se afirma de presencia de unidades de apoyo rusas en Venezuela, concretamente en la 41° Brigada en Valencia, Carabobo, y la otra en Manzanares, estado Miranda. Ambas unidades son de Exploración de Comunicaciones e Inteligencia, que protege al dictador venezolano. A ellas se suma la autorización de uso de la base aérea en la isla La Orchila en el Caribe venezolano para reabastecimiento de los bombardeos estratégicos TU-160. Bases como tal no hay.
En Cuba, los rusos retiraron en el 2001 su presencia en tres bases. La famosa la base de radio inteligencia de Lourdes cerca del aeropuerto Internacional de La Habana, con capacidad para monitorear buena parte de las comunicaciones de Estados Unidos.
La otra era la base de submarinos en la bahía de Cienfuegos, en el centro sur de la isla, donde repostaban la flota del Atlántico y la tercera fue la brigada militar, compuesta por cuatro batallones, dos mecanizados, uno de tanques, y otro de artillería que existió hasta el fin de la Unión Soviética, con hasta 3000 hombres y con capacidad de combate en tierra que tenía la función de ser la Guardia Especial de seguridad del gobierno cubano ante un eventual ataque, levantamiento del ejército cubano en Cuba. Lo cierto es que hoy no hay bases rusas.
Ahora, el 9 de junio Daniel Ortega, el Somoza del siglo XXI de Nicaragua, ofrece su territorio como posible asentamiento de militares, bases y uso de puertos a Rusia en una jugada que crearía unas tensiones regionales muy fuertes geopolíticamente.
Permitió la entrada de un número limitado de tropas, barcos y aviones rusos en Nicaragua sólo con fines humanitarios y lucha contra ilícitos en una permanente rotación. La dictadura de Ortega ya tenía presencia rusa en la laguna de Nejapa, donde tiene una poderosa unidad de espionaje y monitoreo electrónico muy cerca de Managua.
Además, que a partir de 2016 la cooperación rusa en lo militar significó adquisición de cuatro lanchas patrulleras, dos lanchas coheteras 1241.8 Molnia, y aviones combate y entrenamiento Yak-130. Entonces no hay bases propiamente tampoco en Nicaragua.
Rusia si anuncia fortalecer alianzas con Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero no mueve unidades o armamento estratégico, crea condiciones de uso de los territorios, pero no se basifica algo que sería regresar a octubre de 1962 cuando la crisis de los misiles atómicos en Cuba.
Una jugada de ese tipo sería deseable para un Putin, pero nada admisible para los EEUU. Por ahora Cuba y Venezuela están más interesados en una mejora de relaciones con los EEUU y no en confrontaciones; necesitan un aire para mantenerse viables y en el poder. Nicaragua busca congraciarse y obtener apoyo económico. A la vez, so pretexto de operaciones antidrogas generar puntos de tensión con Colombia ante un diferendo territorial y marítimo en el archipiélago de San Andrés y Providencia en los momentos de cambio de gobierno.
En cualquier caso la oferta del dictador y el deseo del zar no podrán jugar muy fuerte con una guerra en Ucrania que viene perdiendo en lo militar, lo político y lo económico.