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Por: PEDRO PABLO AGUILERA G.
El debate que se está dando por estos días entre el Partido Verde y el Pacto Histórico y dentro del Pacto Histórico en su diversidad, ronda sobre la reforma política que se está planteando en Senado y Cámara, ya en fase de conciliación.
El tema es el de las listas cerradas o abiertas. Y entendamos esto, en la democracia parlamentaria existen estas dos opciones o caminos de representación uno por listas abiertas, donde el ciudadano ejerce su derecho al voto por determinada persona, con la cual ha hecho un nivel de empatía y de reconocimiento de que lo representa.
Se vota por personas, por políticos, por su voz y su capacidad de negociación en el Senado o en la Cámara para defender los intereses ciudadanos que reconocemos como prioritarios.
Ahora bien, hay otro camino, que es el de las listas cerradas. Las listas cerradas se organizan dentro de los partidos o de las coaliciones políticas para presentarse de manera unificada en una lista donde se vota por el partido o coalición; repito, por la corporación y no por las personas que están en la lista para tener igualmente, representación en el Senado y la Cámara. ¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde está el problema si el fin es el mismo?… simple, el hilo o la pita, como usted quiera es: ¿quién hace esas listas, quién elige los nombres y en qué orden van estos nombres de cada partido o coalición?
La respuesta puede ser sencilla: Eso es de decisión interna de la coalición o el partido en cuestión. Pero no es así, las curules van ganándose en la medida que la lista alcance y supere el umbral. A más votos, más curules. A mejor lugar en la lista, más posibilidades, claro si estas en la lista, si te escogen para esa lista.
Lo lógico es que la lista sea resultado de unas primarias y no de la deocrácia de alguien o grupito. Debe haber una elección popular que elija el orden de la lista ya que son pocos los partidos que tienen una real estructura de membresía cerrada como en otros países. El problema está que en sociedades como la nuestra, donde no existe una cultura política, la participación en las primarias es muy limitada y la representatividad está sujeta a los aparatos de control político indirecto como sindicatos, asociaciones, fundaciones y la ciudanía libre poco compromiso tiene. Votar no es obligatorio en Colombia.
Recordemos lo que pasó con Francia Marquez en el 2022, cuando se presentó aquella lista cerrada. Las malas posiciones que le otorgaron a sus candidatos y el grupo de Francia Marquez casi rompe la formula vicepresidencial. Carlos Rosero, el líder social de Buenaventura, que uno de los fundadores del proceso de las comunidades negras en Colombia quien era el principal candidato, al Senado por las comunidades afro se había presupuestado que tuviera el puesto número 7 pero lo ubicaron en el puesto 27. Es decir, lo marginaron. Eso también pasó con otros liderazgos campesinos o sociales de nueva generación.
Por eso, es que se está discutiendo entre el pacto histórico si se mantiene la lista cerrada y que sea la misma actual, para el próximo proceso electoral o no. Es decir, la perpetuación del poder en favor desde la lealtad y no desde la diversidad de liderazgos y respaldo social. Lo que se quiere, es incondicionalidad a lo que dice el líder y se vote cada debate según la seña de su líder, sin margen de discusión, construyéndose una falsa democracia parlamentaria.
Ese es el cuento de la vieja socialdemocracia rusa de octubre del 17, que nada de democrático tuvo y terminaron fragmentados y luchando entre sí. Ante ese dilema está el pacto histórico. En una lucha de tensiones entre verdes (centro diverso de izquierda) y los petristas (izquierda Petrista). Se repite la división entre Mencheviques (minorías) y Bolcheviques (mayorías). Ya saben quiénes ganaron.