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Llamemos las cosas por su nombre, sin sesgos ideológicos y fanatismos por líderes políticos.
Estamos viviendo un caos institucional y el país está andando por inercia; lo único que está funcionando, cómo un reloj suizo, es el cobro de impuestos.
Los gobiernos municipales y departamentales están dedicados al Covid19 y negocios afines. Las dependencias están medio cerradas y «atienden por línea». ¿Si no atendían presencialmente, cómo será ahora?; es decir, no hay servicio.
Los servicios de salud, saturados por la pandemia, tienen la disculpa de no prestar ese servicio vital; conseguir una cita para una enfermedad distinta es casi imposible; cambiaron su contestador telefónico por máquinas expertas en decir: «Opción 1».
Enfermarse de cosa distinta al Covid19 es peor que esa enfermedad, pues no tienen asistencia médica.
La educación pública es virtual y parece que gustó así. Según FECODE debe continuar de esa forma, por lo menos un año más y se les debe dar a los docentes una prima adicional por la pandemia. Una corona virus más.
La inseguridad está en el peor nivel de los últimos años, que es mucho decir; ahora con el agravante de que, por los innegables abusos criminales de algunos policías, la institución está en su peor nivel de credibilidad. Desde la policía «chulavita» no se veía algo así.
Al glorioso Ejército Nacional lo sacan a patadas de un municipio de Nariño, donde fue llevado para protegerlos. Se arruga el alma, al ver la celebración de los vecinos por su salida.
De la justicia, ni hablar; politizada, desprestigiada, lenta y corrupta; del presidente para abajo, todo el mundo la señala como podrida.
La prensa totalmente parcializada; tanto la gobiernista como la de la oposición. Los directores de medios son voceros de los grupos políticos; el cuarto poder es una meretriz a disposición del mejor postor.
El gobierno nacional despistado; asustado frente a esta avalancha de problemas; errático en su manejo de comunicaciones. Su gabinete, de buenas personas, parece un grupo de boy scouts en una guerra espacial.
El país clama dirección; cambio de rumbo; sentir que el gobierno está actuando y que no vamos a quedar en poder de los vándalos y anarquistas.
Presidente: Asuma el mando; cambie el gabinete; cambié el mando de la policía. Use su inmenso poder político, para obligar a los que dicen que lo apoyan, en una gran convocatoria nacional, para sacar a la Nación de esta crisis.
Aún hay tiempo. Sacúdase de las invisibles cadenas que lo atan con odios del pasado y sea impulsador del futuro joven que usted debe representar.
Ñapa: Si los gobernantes no se respetan ¿cómo van a pedir que se les tenga respeto a las instituciones?
Muy mal ejemplo da la Corbatuda Claudia en su irrespetuoso trato al Presidente.
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