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Quienes tuvimos la fortuna de ser discípulos y de haber trabajado en la histórica alcaldía de Cali, dirigida por Rodrigo Escobar Navia, vemos con tristeza cómo se van desvaneciendo las bases de la caleñidad.
El principio fundamental es que somos pluriétnicos y nos sentimos orgullosos de eso; por eso, en la «sucursal del cielo» no cabe el racismo, ni la xenofobia.
Dejamos atrás cualquier atávico odio y entendemos que, sobre esos episodios, hemos construido nuestra nueva etnia, pluricultural, alegre, bailadora, inteligente y pacifista.
Nada más lejano a la caleñelidad que la iconoclastia. La caleñidad, en lugar de tumbar estatuas, construye estatuas; en lugar de tumbar al conquistador Belalcázar, al esclavista feudalista Caycedo y Cuero y, al Dios importado Cristo Rey, construye al lado la del Cacique Lili Petecuy, de la Cacica Nanine y la de un indígena de la tribu de los gorrones (nombre tomado de sus grandes gorros).
Fue en la administración de Escobar Navia cuando se adoptó oficialmente el himno de Cali, con letra de Helcías Martán Góngora y música de Santiago Velasco Llano.
Si yo fuera Alcalde, en caso de duda, cómo el de la tumbada de estatuas, recurriría a nuestro himno que es un resumen de la caleñidad y ahí me inspiraría para tomar decisiones. En mayúsculas hago un recordaréis pertinente a lo que nos ocupa.
«Gloria siempre a Santiago de Cali,
flor y fruto de nuestro país,
mundo y patria que es cuna y es aula,
es taller, templo, estadio y jardín.
Precursora de la independencia,
fiel heraldo de la libertad,
nuestros padres ganaron la guerra
y nosotros ganamos la paz.
Tierra madre, feraz, tierra buena
QUE LA PENA ANCESTRAL PONE FIN,
donde nadie es extraño, ni esclavo
y es hermoso nacer y vivir.
Canta el río canciones de cuna
y alza el viento el humano pregón,
te llevamos tatuada en el pecho
con estrellas sobre el corazón.”
Si alguien es cercano al alcalde, le ruego el favor de hacerle llegar este humilde susurro,
no para que me haga caso, sino para que oiga algo distinto a lo que le dicen sus expertos asesores de cabecera.
Ñapa: “Muchas de la buenas ideas salen de un tonto del que uno jamás esperaba”u
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