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Frente a nuestra innegable polarización, que nos tiene encasillados de antemano como anti o pro de algún líder político, sería conveniente, para bajarle al odio y a la cargada de tigre en que nos mantenemos, ponernos de acuerdo en que no todos debemos estar siempre de acuerdo.

No es un trabalenguas, es una actitud de vida. Convenir que estar en desacuerdo con algo o con alguien no significa que se deba menospreciar al que no piensa igual a nosotros, mucho menos que si no está de acuerdo, es nuestro enemigo. Esto se basa en la incontrovertible realidad de que no todos somos iguales.

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Aceptar que no podemos siempre convencer al otro con nuestras ideas es la más elemental norma de convivencia. Escuchar, leer y creer solo a los que están de acuerdo con algo es por lo menos una desinteligencia. A todas luces, lo sensato es oír distintas teorías para engrandecer nuestro conocimiento y discernimiento.

¿Se imaginan lo horrible que sería la vida si todos pensáramos y actúaramos igual? La peor manipulación la sufren los que están sometidos a escuchar solo lo que quieren oír y no se les permite atender otras ideas.

El comienzo del totalitarismo es coartar la posibilidad de conocer la divergencia. Lo increíble es que seamos nosotros mismos los que nos censuremos la posibilidad de conocer pensamientos y posiciones diferentes; por eso, nos hemos fanatizado y convertido en irracionales y violentos contradictores.

El unanimismo no es una virtud social, es una grave enfermedad que termina siempre en violencia.

Los invito a que hagamos nuestro primer gran ACUERDO: Aceptemos y respetemos nuestros DESACUERDOS.

Ñapa: Algunos pensamos que, iniciar desde ya la campaña presidencial del 2022 es un irrespeto a Duque, por más que quien la ha comenzado es su jefe Uribe. ¡Que muchacho tan Salado! Primero la pandemia y ahora una minga de candidatos amigos y enemigos, dándole madera, faltándole 2 años para terminar gobierno.

¡Tras de cotudo hinchado!

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