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Al llegar a esta cima o sima, depende de cómo se mire la vida, el cumplir años, en lugar de emocionar, se vuelve un motivo de meditación.
El análisis de si es un año más de vida o uno menos que vivir, deja de ser una frase cotidiana, para convertirse en un dilema existencial. Pensar en 20 años más, se ven tan lejos y, mirar lo que fuimos hace 20 años, se siente tan cerca.
Proyectarnos 20 años adelante es casi una utopía, mientras que, hace 20 años, era toda una posibilidad. La verdad y no hay que disfrazarla con ningún eufemismo, es que estamos consumiendo los últimos años de esta vida terrenal, que hasta ahora, es de la única de la que tenemos certeza.
En mi memoria, hace muy poquito tiempo, cuando veía a alguna persona llegar a la bella edad de 69 años, pensaba que cómo estaba de viejo. Hoy, al llegar a los bellos y míticos 69, me sigo sintiendo muchacho y realmente soy un cuchacho.
Este singularísimo año pandémico, considero no debería contar como vivido. Voy a proponer un referéndum al respecto y espero contar con sus firmas. Para conciliar, después de socializar, con los Uribistas y los Petristas, podría valer máximo como medio año. Como quien dice, cumplí 68.5 años. ¿Si así se ha hecho siempre con las leyes, por qué ahora no se puede?
Este kicovid año, como lo bautizó mi hija Carolina, lo debí celebrar aislado en un cuarto, porque tuve contacto hace 5 días con un veteranísimo cofrade que resultó que le habían pegado «la lleva». Por supuesto otra vez a la celda de castigo, mientras hacen todas las pruebas de rigor.
Fue sin duda una gran experiencia recibir por debajo de la puerta una tajada fílmica de torta, con su 69, hecho a dedo, untado de arequipe y como para la edad, dos bolas de helado gelatinoso aplanado y un mísero palito, de vela sin candela.
Los regalos fueron 2 frascos de Ivermectina, una caja de Azitromicina, chuspitas de Fluimucil, pastillas Ibuprofeno y Aspirina; hojas de eucalipto para un salmuerio y una libra de moringa. Me dieron también una paleta de madera para revisar la lengua y un enjuague bucal. No entendí para que, pero para los 69 nunca sobra.
Por supuesto no faltaron las diversiones para la celebración. Por llevar la música en mi sangre, tengo venas bailarinas y de regalo me metieron 10 deliciosos chuzones para tomar una muestra de sangre y mis adictivos palitos con algodón por la nariz, hasta tocar la campanilla de las glándulas bucales. Afortunadamente no son las otras glándulas. ¿Se han puesto a pensar de lo que nos salvamos por no ser el Covid19 una enfermedad de trasmisión sexual como el SIDA? Aprieto las piernas de pensar en el tamaño del isopo requerido para tomar las muestras de algunos y algunas por el criaturero.
¡ ánimas benditas protegernos!
Ñapa: Gracias por sus mensajes de cumpleaños. Estimulan a este susurrero. Se les quiere mucho.
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