KICO BECERRA

«Dios no castiga ni con palo ni con rejo, sino con tu mismo pellejo». Nada más pertinente para aplicarlo al expresidente Juan Manuel Santos quien, manejó los llamados «cospiretas», para derrocar a Samper por la financiación espuria de esa campaña presidencial.

Ahora, a raíz del bochornoso escándalo de los aceptados sobornos del Grupo Aval y Odebrecht, tenemos la certeza de que, a la campaña de Santos le dieron 3,5 millones de dólares, para asegurar c ontratos de manera ilícita.

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No se olvida el País de las palabras y las acciones de Santos, durante el Gobierno de Samper, con el argumento de que no podía ser presidente quien hubiera recibido dineros de oscuro proceder.

¿Qué nos dirá ahora cuando sabemos que su campaña también recibió dineros turbios?

¿También fue a sus espaldas?

No deja de ser una paradoja que, Samper sea ahora quien esté dando cátedra sobre financiación de las últimas campañas presidenciales. No será raro que saque su libro titulado: «Ojos que no ven, campaña bien financiada».

Lo que sí es cierto es que, incluida la campaña de Petro está demostrado que, en todas las elecciones se han recibido y ocultado a las autoridades electorales, dineros provenientes de actividades ilícitas, se han excedido de los topes autorizados y no han reportado todo lo recibido en dinero y en especie.

La diferencia está en que, para las campañas de Samper y Santos, no existía la ley vigente actualmente que, convierte al candidato en responsable de todos los dineros que financien sus elecciones y puede perder el puesto que ocupa como consecuencia de esa campaña; ese es el embrollo de la campaña Petro.

Lo anterior, podría, eventualmente, generar que Petro y su gerente de campaña, terminen incluso entre rejas y, Samper y Santos, indemnes frente a hechos semejantes; por aquello de que, la ley no se puede aplicar para atrás. Increíble pero cierto.

Ñapa: Se tenía que llegar el día en que los Congresistas pidieran certificación médica de la salud física y mental de Petro. Definitivamente su actuar diario y sus ausentismo consuetudinario, no es normal para ningún ciudadano y, menos para un presidente.

¡Ojalá ese diagnóstico salga bueno, por el bien de la nación!

Si mintió sobre haber estado en Yopal, ahora quién le va a creer que no recibió dineros raros en Casanare.