Después de la semana santa que no es tan santa, para la mayoría de los colombianos, cabe hacernos algunas reflexiones sobre nuestra vocación turística.

No cabe duda de que tenemos un país lleno de bellezas naturales, culturales y de pueblos pintorescos, habitados por personas amables y trabajadoras.

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Lo anterior no significa que tengamos la suficiente preparación para recibir turismo de manera medianamente masiva.

Algunos ejemplos ilustrativos al respecto:

  • Las colas infinitas para el pago de los peajes, para quienes viajan por tierra, pueden durar hasta 2 horas. Increíble que, con los valores que se pagan, no haya sido posible solucionar ese asunto; ni hablar del estado de algunas carreteras por las cuales se cobra peaje. Mucho peaje y pocas buenas vías.
  • El valor de algunos alojamientos no se compadece con los servicios que se prestan. En época de temporada alta en la Costa Atlántica, los costos de los hoteles tanto en Cartagena, como en Barranquilla, Santa Marta y el golfo de Morrosquillo son realmente escandalosos.
  • Ni hablar del valor de los restaurantes; lo de Cartagena es ampliamente conocido, pero, no es solamente en la Heroica, en toda Colombia, los restaurantes aumentan el valor de sus platos en estas temporadas. Eso no tiene ninguna justificación y sin duda es un abuso; además, como no están preparados para tanta gente, el servicio es groseramente malo.

Lo anterior hace que, nuestros turistas locales terminen haciendo o llevando sus propios alimentos y dejen los desperdicios tirados en lugares turísticos; los convierten en auténticos basureros, donde abunda el plástico, las botellas y todo tipo de inmundicias. Basta con observar las calles, carreteras, playas y demás bellezas naturales, después de la ida de esos mal llamados turistas.

Si queremos ser potencia turística debemos dedicarnos primero a educarnos para recibir visitantes y enseñarnos a como comportamos cuando vayamos de viaje. La mugre espanta al buen turista.

Bien difícil está la situación de seguridad la cual aleja a los visitantes y si a eso le agregamos los costos desmesurados de alojamiento y alimentos, cada día vamos a estar más lejos de la cacareada potencia turística de que habla el gobierno con tanto optimismo.

Ñapa: ¿Cómo les parecen los múltiples retenes de guardias municipales de tránsito, pidiendo primero mostrar el extinguidor y el botiquín, antes que los papeles del vehículo? Descaro absoluto de la corrupción de esas entidades. Estamos pasados de acabar con la infracción por el extinguidor, linterna con pilas nuevas y botiquín. Eso debe ser parte de la tecno mecánica que bien cara es.

Ñapita: Dejé de último del espanta turismo a las inmensas y agotadoras colas que hay que hacer en los aeropuertos para emigración. Realmente llegar al País se convirtió en un suplicio.

Ñaputa: De los taxis hablamos pronto, quedan temporalmente hijueputiados.