Me asaltan algunas dudas sobre por qué, un año después de los desastres del llamado estallido social, no salieron más de 200 personas a celebrar esa fecha y no ocurrió ningún desmán en los sitios irónicos célebres desde esos días.

Una respuesta, poco creíble, es que ya no hay motivos para protestar, pues se arreglaron las causas objetivas de la protesta que, eran el hambre, el desempleo y la injusticia social.

La otra razón, podría ser que ese estallido fue producto del encierro de la pandemia y ahora ya no existen esas restricciones de movilidad.

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Está lánguida celebración, para algunos, se debió a que no les convenía a los «secretos» organizadores políticos que, se recordarán los inmensos daños causados hace un año y, por eso, no hubo financiación para unas grandes movilizaciones; todos sabemos a quién me refiero.

Lo de Cali es singularmente notable; tenemos el mismo alcalde que, en nada ha mejorado su imagen y, los mismos indígenas viviendo a igual distancia de la ciudad; el mismo ESMAD y el mismo rector de la U del Valle y nada pasó por arte de magia.

Pensaría yo que, ahora, después de los muertos de hace un año, tanto civiles como de la fuerza pública, la falta de presencia de ciudadanos en esta fecha, fue un raro acto de olvido vergonzoso con esas víctimas y sus familiares. ¿Qué se hicieron los incitadores y financiadores?

¿A quién le convenía políticamente que esta fecha pasara desapercibida? ¿Por qué los Senadores que hacían presencia a diario, en el sitio donde se hizo el monumento de la resistencia, no aparecieron por allá? ¿Dónde estuvo el pasado 28 de abril el famoso narrador del canal 2?

Alguien tiene que darnos una explicación lógica a este tan desconcertante acto de olvido de semejante efemérides.

Ñapa: La estatua de Belalcázar; tumbada de su lugar con complicidad del alcalde Ospina, sigue secuestrada. ¿Tendremos que ir a poner otra de cartón para recordarle a la administración municipal que, una parte de los ciudadanos no olvidamos esa ofensa hecha contra nuestra ciudad? Si el próximo 25 de Julio no está puesta, volveremos a convocar para colocar otra estatua simbólica en ese lugar.

Ñapita: Que por política estén destruyendo el busto de Gustavo Álvarez Garaizabal en Tuluá, es una ofensa para quien, les guste o no, es uno de los grandes narradores latinoamericanos y orgullo de Tuluá y del Valle del Cauca.