El anuncio del nombramiento de José Antonio Ocampo como Ministro de Hacienda tranquiliza al país y a la región.
Ocampo es tal vez el mayor conocedor de la economía Colombiana; está al día; acaba de salir de la Junta Directiva del Banco de la República; hace pocos años hizo parte del estudio más exhaustivo que se hizo del sector agrícola de la Nación.
Este emérito profesor de la Universidad de Culumbia está catalogado como uno de los mejores economistas del continente americano; experiencia, mesura, temple y conocimiento, son una garantía para el País.
La vida me ha dado la oportunidad de conocer al gran ser que es José Antonio; de su humildad frente a sus infinitos conocimientos; de su honorabilidad a toda prueba; de su amor por las cosas sencillas de nuestro terruño vallecaucano; de su amor y entrega por su familia y, de su incansable capacidad de estudio y lectura. Ocampo no es sólo un sabio en economía, es un estudioso del genoma humano y de todo lo que se aproxime al conocimiento del origen del hombre.
Tiene, además, una importante característica: tiene temple. No se deja imponer nada, si no está de acuerdo. Ocampo, no es un obediente frente a imposiciones no meditadas y concertadas. Ésta, quizás, es la causa de la gran tranquilidad que le da al País, su nombramiento.
No puedo dejar de significar que Ocampo, es un progresista; un liberal de filosofía; un demócrata integral; un entendido en que es necesario cerrar la brecha entre pobres y ricos; un luchador por la Paz. Sus creencias en estos temas le han costado enemistades e incomprensiones, frente a las cuales jamás a reaccionado de forma altisonante; como buen humanista, entiende lo normal de esas actitudes.
Ojalá pueda compaginar con esa cambiante y extraña personalidad de Petro y, no vaya a pasar lo del primer gabinete de Bogotá, cuando a los 3 meses le renunciaron personajes como Antonio Navarro, por no soportar el estilo del gobernante. Hasta ahora ha demostrado que es más «maduro»; nombramientos como los de Leyva y Ocampo lo demuestran.
Ñapa: Los chanchullos del famoso OCAD, recursos de las regalías para la paz, van a resultar siendo otro gran escándalo. La compra de paneles solares a la misma compañía que elabora los pliegos y que después los opera con subvenciones del Minminas, va a ser peor que lo de las TIC.