Los empresarios formales están en estos días perplejos por los descubrimientos que, día a día, hacen los expertos sobre el aumento de los impuestos a partir del año entrante.
Sabiendo que, aún no ha sido aprobada la tributaria, ya se empieza a sentir un gran desasosiego al respecto y una necesidad de tomar decisiones preventivas, como la sesión, este año, de bienes a los hijos, para evitar el 30% o más del impuesto a las ganancias ocasionales al momento de la despedida de este mundo; distribución de utilidades de años anteriores que están reinvertidas en el negocio, motivo por el cual no se han distribuido y de otras medidas legales.
Lo grave no es eso; lo grave es la decisión de parar todas las expansiones de sus emprendimientos o todas las inversiones de cualquier tipo. Se sabe que, cuando no hay incentivo para ahorrar o para crecer, se empieza simplemente a gastar, para gozar de las utilidades, antes de que las tome el gobierno para su burocracia.
Lamentablemente todas las declaraciones del nuevo gobierno implican más crecimiento del Estado; más ministerios; más entidades regionales; ¿del decrecimiento del gasto público ni una sílaba?
Me atrevo a pensar que los aumentos al catastro, al valor de los salarios, la eliminación de horarios nocturnos sin recargos y tantas cosas más que, los locuaces ministros anuncian, van a incrementar la informalidad; hoy es del 60%; es decir que, es la gran generadora de empleos. Pasarse a la informalidad es más fácil que pasarse a la formalidad y, creo que, por ese camino vamos a empezar a transitar.
Tengo la teoría de que, gran parte del crecimiento económico que ha tenido Colombia, muy por encima de la de todos los vecinos, se debe a la mano “informal” de obra venezolana, a la cual no le aplican todas las cargas de los empleados formales; pura intuición y vista de esa realidad; no tengo nada científico para demostrarlo.
Lo cierto es que, entre más apretón sienta la empresa formal, más emprendedores informales se forman.
El gobierno, en lugar de calmar las aguas, está apagando ese fuego con gasolina que, va a tener que importar, por cierto. Las metidas de extremidades del ministro de Justicia, sobre poner a los ladrones de celulares a pagar las facturas de las víctimas de sus robos, es una de esas joyas.
Es hora de ponerle bozal a ese gabinete, mientras se enteran de qué se tratan sus carteras; si no lo hacen, esta luna de miel no llega a los 100 días.
Ñapa: Bandido es bandido, se incrementan las extorsiones, los secuestros y las invasiones; todos amparados en la idea de que la policía y el ejército no pueden hacer nada. Las buenas intenciones del gobierno de dialogar todo, es oportunidad que aprovecha la delincuencia.