Noticias que pasan desapercibidas y que son de gran relevancia, suceden todos los días; una de ellas fue la importante y oportuna misiva que el Contralor Nacional, Carlos Hernán Rodríguez, le envió al gobierno esta semana.
El Contralor le pide al gobierno controle sus declaraciones y mensajes que, están causando un daño evidente en el valor del peso colombiano.
Ese control tiene que ver con una función fundamental del control fiscal, vigilar la eficacia del manejo de los bienes y dineros públicos. A todas luces, no es eficaz un administrador público que, por sus precipitadas y no meditadas declaraciones, genera deterioro en el valor de la moneda; más aún, se le puede hacer una valoración del daño que, esas declaraciones generan y elevarlas a un cargo fiscal.
Ya vimos cómo, después de corregir el absurdo de cerrar la posibilidad de hacer explotaciones gasíferas y petroleras, el peso tuvo una revaluación, en estos días. Aunque me temo que, con Cano, «el brevísimo» presidente de Ecopetrol, ese efecto no sea duradero.
El Contralor que, había sido señalado como de bolsillo del gobierno, con este mensaje demuestra su independencia; sin duda un hecho importante.
0tra noticia, no muy destacada, es la forma en que el ministro de Hacienda se va consolidando como el líder del gabinete de Petro; quienes pensaban sería solo un tecnócrata, se sorprenden con su firme liderazgo y el acatamiento casi reverencial que le tienen, del presidente para abajo, quienes ejercen hoy el gobierno. Ocampo no se irá pronto, creo que se quedará buen tiempo.
El día que el ministro Ocampo se vaya, por discrepancias profundas con el gobierno, le causará un daño inconmensurable y creo que, por eso, para fortuna del país, estará mucho tiempo más de lo que se piensa. Además, yo creo que él está feliz con lo que está haciendo; mucho más interesante que ser profesor en Gringolandia.
Ñapa: Lo del invierno no es juego; estamos en medio de un catastrófico fenómeno natural; y, falta todo noviembre.
Ñapita: Que orgullo nos producen las niñas de la selección de fútbol; luchan con pundonor y gran limpieza, para hacernos quedar bien.