Dios hace la diferencia
Jehová, Dios, hace cosas que al entendimiento humano resultan imposibles; de ese tema hay muchísimos casos. Un ejemplo de ello es que ni más, ni menos, escogió a Moisés, siendo anciano, para dirigir el éxodo y sacar de la esclavitud al pueblo de Israel, en Egipto.
¿A quién se le ocurriría reclutar a un anciano para semejante tarea?
Pues sólo a Dios, porque hay que decirlo claro: Moisés además era corto de palabra y para esa misión se necesitaban dotes de oratoria y argumentación. Moisés tampoco creía en él mismo, ni estaba convencido que estuviera calificado para el trabajo, incluso le dijo al Señor: «a mí no me van a creer», se refería con esto a las veces que tuviera que hablar con Faraón de persuadirlo a que dejara libre al pueblo de Dios. Eso significa que el seleccionado, prácticamente le estaba diciendo a su reclutador: «Búsquese a otro, que yo no le sirvo para eso».
Veamos lo que dice la Biblia sobre esto:
«Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve. Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne». Éxodo 4:5-7.
Como se puede evidenciar en el texto, el propio Dios lo tuvo que convencer, con un milagro, de que no estaría solo, sino que estaría todo al tiempo a su lado porque lo respaldaría con poder.
Esto nos sirve para concluir que Dios hace la diferencia en todas las situaciones de cualquier índole, bien sea enfermedad, angustia, duda, escasez, opresión, maldad, y en otras necesidades.
Siempre la Gloria será para Dios, porque para sus fines escoge lo vil y menospreciado del mundo para avergonzar a los sabios. No era que Moisés fuera el más apto, capaz o el más obediente, sino que el Todopoderoso lo escogió para sus planes y la honra era sólo para Él.
Moisés, un pobre espiritual
La pobreza espiritual es lo que nos hace agrandar los problemas que tenemos a diario. El mundo se ha dedicado a amontonar riquezas materiales que no nos llevaremos al morir. Lo que sucede es que no cultivamos el espíritu de conexión con Dios y Moisés para la obra, estaba completamente desenchufado.
Existe una alabanza en la que habla de ese estado de abundancia en el espíritu: «Ven y llena esta casa de tu gloria. La gloria postrera será mayor que la primera», y así el Señor quiere que seamos prosperados en todo. Lo dice claramente 3 Juan 1:2: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma». Esa prosperidad se trata de que internamente estemos ricos de la presencia de nuestro ser superior. La riqueza no debe ser solo de dinero, de amargura, tristeza o problemas, sino de paz profunda.
La mejor riqueza
Absolutamente todo lo bueno viene de la mano de Dios, la riqueza material y también la espiritual. Esta última es la que debe prevalecer para presentarnos ante el Trono de la Gracia, que es cuando oramos, pidiendo por nuestras causas.
«La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella», dice Proverbios 10:22.
Moisés tenía una visión terrestre, muy limitada de las cosas y Dios lo empujó a dejar su pobreza espiritual.
El gran tesoro
«No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», dice Mateo 6:19-21.
La biblia ratifica una y otra vez que las verdaderas riquezas vienen de Dios.
«Pero gran ganancia es la piedad (estar al lado de Dios), acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
El peligroso amor al dinero
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. No estamos hablando de ser resignados siendo pobres.
«Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores». 1 Timoteo 6:6-10.
Aquella persona que lucha en la vida sin Dios, irremediablemente todo lo perderá. No importa la cantidad de riqueza que amontone, siempre será un pobre espiritual y de nada le servirá para entrar en el reino de los cielos.
El estado ideal es conseguir primero la riqueza espiritual y con seguridad viene la abundancia de las cosas materiales.
Palabra sabia
«No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal». Mateo 6:31-34.
El mensaje de Dios es buscarlo de forma permanente para que nos lleguen las bendiciones, que son las riquezas espirituales y también las materiales, porque les reiteramos: Dios hace la diferencia en todo.
Feliz y bendecida semana a todos los lectores de Fullcali.com