Youtuber, Eufemismo Y Mártires

La situación de confinamiento que hemos vivido durante las últimas semanas nos ha colocado frente a realidades, que tal ve sabíamos pero que nos resistíamos a aceptar. Que la educación en Colomba estaba desentendida, que la corrupción es una práctica normalizada, que los sistemas de salud no tienen la capacidad de responder ante la emergencia; y que hay una falta de preparación en muchos gobernantes para afrontar la crisis. Lo cierto es que en Colombia un país tan folclórico, donde nos reímos de todo y buscamos sacarles provecho a las circunstancias; este cinismo nos está matando y lo peor es que queremos romantizar ciertas situaciones para justificar la apatía ciudadana y la negligencia estatal: estamos ante una sociedad de youtuber, eufemismo que deja cada día más mártires.

Desde hace dos semanas aproximadamente se ha hecho costumbre que a la s 6.00 pm, interrumpiendo abruptamente el programa preferido de muchos colombianos, aparezca el Señor presidente, ofreciendo un informe de la situación en Colombia, acompañado de sus ministros. Los primeros días me detuve con atención a escucharle, me solidaricé con él, lo vi acongojado, y con aire de preocupación. Y yo que he sido un contradictor abierto, ese día lo aplaudí y en algunos círculos pedí comprensión y mesura. No quería estar en sus zapatos. Pero al pasar los días y ver que el mismo libreto se repetía innecesariamente, me di cuenta de que no estaba frente a un Jefe de Estado, sino ante un YouTuber que no recibía ingresos por la cantidad de visitas, ni reproducciones, sino del erario. A partir de esto me he preguntado ¿cuánto tiempo gasta una persona preparando esta intervención? Los expertos podrán decir con precisión, pero no son menos de 4 horas para un montaje como el que se presenta. Desde niño aprendí que un minuto en televisión cuesta mucho dinero, entonces ¿cuánto cuesta una emisión de casi una hora o más de una presentación del presidente, con videos publicitarios?

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Es necesario decir categóricamente que no necesitamos un presidente youtber, queremos un líder nacional que se ponga la camiseta y se eche el país encima. No que se ponga la chaqueta para dar mejor registro, sino que salga a atender la emergencia en el lugar donde está. Necesitamos un gobierno que no gaste tiempo, esfuerzos en cosas innecesarias y responda a la urgencia con la responsabilidad propia que le corresponde. No niego la importancia que nos informe, pero esto no requiere un despliegue tan mediático, desgataste y libreteado como una serie de Netflix. ¿Por qué mejor no aprovechar este tiempo en planear, gestionar y direccionar con eficacia la situación y las ayudas de manera trasparente? ¿Por qué mejor el dinero que se gasta en emitir este show diario, no lo invierte en el campo de la salud, dotación médica o en ayudas a más familias afectadas por la crisis social?

Este esnobismo presidencial no está atendiendo lo urgente, pareciera querer que el pánico no se apodere de los colombianos, pero lo cierto es que ha generado burlas y desatinos. Poner a William Vinasco a narrar un gol contra el COVID 19 es un irrespeto al País y a las víctimas de esta pandemia. Pero en este afán de querer quedar bien, recurre a Eufemismos, para tapar la realidad crítica y dolorosa del País. Hace unos años se les quiso llamar héroes a los soldados y militares, para justificar una guerra a muerte que ellos no querían pelear y que no habían generado, pero que si eran las primeras víctimas de la injusticia e insensibilidad social. Hoy vemos como los líderes y altos mandos militares para justificarse insultan y dicen que el problema es la clase social de los policías y militares que no les permitía entender las ordenas que se le daban. En medio de esta pandemia, se ha recurrido al mismo libreto: llamar a los que poner los muertos Héroes, para ocultar la incapacidad e ineptitud estatal.

La noticia de la muerte de los dos primeros médicos en Colombia por el Covid 19, ha desatado el Eufuismo Héroes, por lo que permítanme decir que ¡NO SON HEROES, SON MARTIRES¡ de un gobierno que mercantilizó la salud. Que ha hecho negocio la vida y el bienestar de los colombianos. Ellos no murieron a ellos los mataron los corruptos que se han robado los recursos de los hospitales y les dejó sin insumo, ni elementos de protección. A ellos los mató la negligencia estatal, esa que cierra hospitales y los quiebra para beneficiar intereses particulares. A ellos los mató la ignorancia ciudadana que los insulta y los rechaza hasta sacarlos de sus lugares de vivienda.

No caigamos en el error de romantizar la injusticia, la corrupción y el mal gobierno que ha condenado al país a la crisis social, ética y política. No podemos distraer con esta expresión de “héroes” la cantidad de contratos que en muchos municipios de país se hacen bajo el amparo de la emergencia, pero que solo buscan sacar provecho de la circunstancia. No tapemos con los “héroes” el listado equivocado de las ayudas. No tapemos con “los héroes” la ineficiencia de muchos ministros. No queremos un youtuber en la presidencia, necesitamos un gobernante que siguiendo obediencialmente el mandato popular lleve a Colombia por caminos de justicia y dignidad.

Hoy los médicos son los mártires, víctimas de esta pandemia, el día de mañana cuando las escuelas y universidades reinicien sus labores, serán muchos más los que en condiciones precarias atiendan la situación en los lugares más recónditos del país. Lugares donde el Estado existe solo en época electoral. Tampoco podemos olvidar todas las personas víctimas de un sistema injusto, que a través del “asilamiento inteligente” se les quiere lanzar a combatir la guerra contra este enemigo, sin los insumos necesarios para afrontarlo. Hoy hay muchas víctimas “invisibles” que están dando lo mejor de ellos y lo mínimo que requieren son las condiciones para esta batalla.

Póngannos fin a un Estado gobernado por YouTuber, show man, pongamos fin a un estado de eufemismos y sofismas de distracción y pidamos justicia por Carlos Fabián Nieto y William Gutiérrez. También clamemos justicia por la cantidad de víctimas fruto de los que han hecho riqueza gracias al deterioro del sistema de salud.

Aprovecharse del hambre y la necesidad de los más débiles y necesitados es la expresión más baja y miserable de la condición humana, y que esta acción goce de la complacencia de un Estado indolente es la mayor manifestación de felonía a la voluntad popular.