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Cuando la estupidez se normaliza
La democracia como sistema tiene un valor significativo al escuchar la voz de todos los ciudadanos y al reconocer a cada persona indistinta de su situación o condición, por lo que la participación de cada persona es fundamental y sus argumentos tienen el mismo peso y valor. Es decir, que en la democracia lo relevante es la validez de los argumentos en el proceso buscar decisiones consensuadas. Cabe aclarar que este consenso no es posible sin el disenso.
A la democracia no le han faltado los detractores. Desde la Grecia clásica hasta hoy son muchos críticos que ha tenido. Sin embargo, las critica más radicales surge de quienes predican un modelo autoritario, dogmático y elitista. Aquellos que temen al consenso y la crítica. Aquellos que guiados por una “razón estúpida” prefieren la violencia a los argumentos. Estos son los amantes del autoritarismo y quienes consideran que asumir un ejercicio de representación les da la autoridad para pasar por encima del pueblo y de los valores fundamentales de la democracia. Muchos gobernantes elegidos democráticamente muestran un talante dictatorial, pequeños reyezuelos que asumen el ejercicio delegado del poder desde una expresión absolutista, que desconocen la voluntad popular y debilitan las expresiones democráticas.
Esta “estupidez política” en Colomba no es novedad, no estoy descubriendo el agua tibia, pero sí creo que la pandemia ha exacerbado este afán de poder estúpido esto se ha hecho más notorio en cada uno de los niveles de la administración pública, lógicamente como piensa la cabeza actúa el cuerpo. Es decir, que en Colombia la pandemia más peligrosa es la estupidez y ha generado una cantidad significativa de muertes, en especial los más vulnerables y desprotegidos.
Muchos han querido asociar la pobreza a la crisis de moralidad. Incluso se ha querido responsabilizar a las víctimas de sus propias condiciones. Es decir, se suele acusar a los más pobres de «venderse por alguna dadiva» como si la corrupción solo está presente en el tamal de $8.000 y no en el contrato de $ 8.000 millones, lógicamente esta es una manera de desligarse de la responsabilidad ciudadana de los problemas sociales. Esta lógica hace creer que la inmoralidad es connatural a la pobreza, y aquí hay dos problemas: uno, hacer creer que la pobreza es natural, haciéndonos olvidar que esta es causada por la injusticia, y segundo, hace desligar del compromiso moral y social a sus verdaderos responsables; incluso, culpabilizan solo a unas pocas personas de los somos responsables todos y todas.
Quienes mejor han dado prueba de corrupción, la inmoralidad y la estupidez no son propiamente los pobres, sino quienes están en la responsabilidad del gobierno quienes evidencian situaciones dolorosas que afectan la situación de los más pobres y necesitados. Durante esta pandemia se ha hecho visibles situaciones dolorosas que debilitan la democracia y golpean a los más débiles y necesitados.
– Duele ver como muchos se aprovechan del hambre y del sufrimiento de los necesitados para sacar provecho económico o político.
– Hay que ser muy estúpido para dilatar investigaciones importantes para el país, casos de compra de votos, corrupción, entre otros para proteger a sus jefes políticos, faltando al deber ser de su cargo.
– Qué otro calificativo se le puede dar al acto de acusar de abuso y no de acceso carnal violento, la acción miserable, inhumana e infernal de siete violadores, amparados en su uniforme militar contra una pobre e indefensa niña.
– Pero el nivel de máxima estupidez es callar dos días dicha acusación para luego hablar de consentimiento de una menor de 14 años. No solo raya en la estupidez sino en la ignorancia legal de un ente de control como lo es la fiscalía. Además de estúpido es vergonzoso.
– Y lo más triste es que la senadora Cabal denomine este cruel, ruin y estúpido acto de falso positivo. Ese afán siniestro de defender un gobierno, sin importar nada. Que falta de sensatez de quienes deben hacer las leyes y garantizar su cumplimiento .
– Uno espera que la prensa, con una actitud crítica denuncie los atropellos, pero sale la muy afamada Doña Salud Hernández a dar a entender que esto sucedió porque la niña se sentía atraída por los militares. Acaso el flirteo da autorización para la violencia, y sobre todo para que en manada asalten la dignidad y la vida de una niña.
– Que acto más estúpido de un fiscal que recurre a la falacia ad populom y ad misericodiam para mostrarse como el abnegado padre y justificar un paseíto familiar que viola la cuarentena inteligente. Perdón, pero a mí no me crea tan estúpido. Porque, entonces, sí abrió investigación a la alcaldesa se Bogotá por mercar con su pareja. Acaso la fiscalía actúa bajo líneas ideológicas y políticas, pasando por encima de los valores e ideales de democracia y justicia de un país.
– En esta lista no puede faltar quien nos tiene acostumbrado a frases llena de estupideces como “investigar por investigar es vanidad” o “ hay muchos psicólogos en el país”. Ahora sale con la invitación a los esposos a comprar electrodomésticos para las esposas para «ayudar» en los quehaceres de la casa. Que expresión más machista y estúpida; todo para justificar ese adefesio de la primera jornada del día sin IVA.
Pero qué más se puede esperar de un gobierno que gasta millones de pesos en plena pandemia, en un reality show presidencial que en nada aporta a buscar soluciones a la crisis. No más eufemismos y no más sofismas, lo que deba decir dígalo a través de comunicado y las alocuciones déjelas para momentos realmente importante y esenciales
Lo más preocupante es que esa estupidez se normaliza. Porque mientras todo esto pasa muchos solo esperan la otra jornada sin IVA para seguir gastando lo que no tienen en promociones que no existen. Y yo aquí escribiendo una crítica tan estúpida que tal vez nadie leerá y lo peor que seguiremos alimentando la estupidez de quien gobierna.
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