Después de un confinamiento a raíz de la pandemia y de un estallido social que ha tocado lo más profundo de la sensibilidad de la ciudadanía, se desarrollarán hoy domingo 13 de marzo las elecciones para el Congreso de la República y de tres consultas para elegir al candidato presidencial. Esto ha generado una gran expectativa. He notado una motivación en muchas personas, incluso de quienes en otrora se presentaban como apáticos o distantes a todo tema político y electoral. En redes sociales se hace evidente que las personas están muy activas, en especial los jóvenes a quienes los sucesos acontecidos durante el estallido social del 2021 los han motivado a asumir el compromiso político con mayor responsabilidad.
La ciudadanía pareciera que ha comprendido que su responsabilidad en el ejercicio electoral es vital. Y aunque el fantasma de los vicios electorales y las prácticas politiqueras no se han hecho esperar, creo que esta vez no tendrán tanto éxito. Creo en la conciencia de las personas y creo que la realidad actual nos ha hecho comprender que esta decisión no se la podemos dejar en manos de unos pocos. Se hace necesario vencer la apatía y el abstencionismo. Hay grupos interesados en mantener el abstencionismo y generan dudas acerca de las garantías de las urnas, para desestimar la participación de las personas en las elecciones, todo esto porque se benefician de las condiciones y realidades de corrupción y violencia que tanto golpean a nuestro país, por eso se hace necesario salir a votar, incluso el voto en blanco es una manera de expresar nuestro sentir.
Estas elecciones son relevantes para enviar un mensaje a los violentos, a los corruptos y a todas aquellas personas que se han aprovechado de las necesidades de los más pobres. Necesitamos decirles que nos cansamos y que deseamos asumir la responsabilidad política que tenemos como ciudadanos y ciudadanas. El primer enemigo para vencer es el abstencionismo y la indiferencia. A esos que se hacen los indiferentes, que no reconocen que de sus decisiones en las urnas se desprenden las decisiones que condenan a millones de seres humanos a la miseria. En las urnas hay que vencer a los que Bertolt Brecht llama Analfabetos políticos y que describe de la siguiente manera.
El peor analfabeto
es el analfabeto político.
No oye, no habla,
ni participa en los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida,
el precio del pan, del pescado, de la harina,
del alquiler, de los zapatos o las medicinas
dependen de las decisiones políticas.
El analfabeto político
es tan burro, que se enorgullece
e hincha el pecho diciendo
que odia la política.
No sabe, el imbécil, que,
de su ignorancia política
nace la prostituta,
el menor abandonado,
y el peor de todos los bandidos,
que es el político trapacero,
granuja, corrupto y servil
de las empresas nacionales
y multinacionales.
Por eso se hace necesario superar la apatía y hacer sentir en las urnas nuestra indignación y rechazo a esa clase politiquera que ha frenado el desarrollo y bienestar del país. Hay opciones de derecha, izquierda, centro, negritudes, y diversos movimientos ciudadanos que presentan sus nombres para ser elegidos. Nuestra tarea es la conciencia, no vender la conciencia es la mayor herencia de los abuelos y abuelas. Vender el voto es una expresión de corrupción. No solo el político es responsable de su corrupción, sino que somos cómplices cuando los elegimos, como expresa el maestro Enrique Dussel: “la corrupción es doble del político que se cree fuente soberana del poder y de la comunidad que se lo permite”. Por eso es hora de actuar en coherencia ética y política para transformar a nuestro país, dejando de ser ese analfabeto político del que nos habla Bertolt Brecht.
Soy un convencido de la necesidad de la participación y el disenso, no espero que todos estén en la misma línea, pero sí que por lo menos podamos dialogar y debatir desde el respeto, porque sé que todos y todas independiente de la línea ideológica deseamos paz, bienestar y justicia, por eso nuestra participación consciente es el gran aporte para que gane la democracia, venciendo a los apáticos, corruptos, violentos y así poder construir un proyecto de país donde todas las opciones sean posibles. Espero un congreso renovado, con la participación de muchas voces y alternativas políticas de todas las tendencias para que el ejercicio de pesos y contrapesos se lleve a cabo con la responsabilidad que implica los ejercicios de oposición tan necesario en las democracias. Esta tarea política no es de unos pocos, sino que es una tarea comunitaria en que todos y todas tenemos una gran responsabilidad, porque, aunque no aparezcan nuestros nombres en los grandes libros de historia, ni en las placas de los grandes monumentos son nuestras manos trabajadoras quien en realidad hacen la historia, como nos lo recuerda Bertolt Brecht:
¿Quién construyó la Tebas de las 7 puertas?
En los libros constan los nombres de los reyes; ¿ellos arrastraron los bloques de piedra?
Y a Babilonia, tantas veces destruida,
¿quién la levantó otras tantas?
¿En qué casas de la Lima radiante de oro
moraban los constructores?
¿A dónde fueron los picapedreros la noche en que se terminó la Muralla China?
La gran Roma está llena de arcos de triunfo.
¿Quién los levantó? ¿Sobre quién triunfaron los Césares?
La tan cantada Bizancio, ¿sólo tenía palacios para sus habitantes?
Incluso en la legendaria Atlántida, en la noche en que el mar se la tragó, los que se ahogaban gritaron por sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó India;
¿él solo?
César venció a los francos; ¿no llevaba consigo por lo menos un cocinero?
Felipe de España lloró cuando su armada naufragó; ¿nadie más lloró?
Federico II venció la Guerra de los Siete Años; ¿quién venció además de él?
Una victoria en cada página; ¿quién cocinaba en los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años;
¿quién pagaba los gastos?
Tantos relatos. Tantas preguntas.
Esas mismas manos son las que en la urna construirán un nuevo país. En las elecciones no solo depositamos un voto, sino que expresamos nuestro pensar, sentir, manifestamos sueños, anhelos y proyectos. En las urnas más que elegir personas estamos eligiendo un proyecto, un destino, un país. Por eso nuestra tarea es vencer el abstencionismo y construir democracia con responsabilidad ética, política y social. Te invito a votar libre y a conciencia para que gane la democracia.