GABRIEL JEREMIAS

Uno de los aspectos más importantes durante el desarrollo de la filosofía en la antigua Grecia fue la ética, donde Aristóteles planteó que todo ser humano está en constante búsqueda de la felicidad. Sin embargo, con el pasar de los años y la formación de sociedades más complejas, las diferencias a nivel emocional e intelectual entre las personas se han hecho más evidentes, haciendo difícil el definir esta emoción de una manera general.

Las personas que sufren de trastornos psicológicos como la depresión o ansiedad buscan que estos problemas desaparezcan a toda costa, y cuando lo consiguen, lo único que desean es ser felices. No obstante, la psicología clínica que está dedicada a tratarlos solo se encarga del sufrimiento, cuya ausencia no se traduce en la felicidad, ni garantiza ningún tipo de emoción positiva. Esto hace necesario que cada individuo se plantee cuál es su significado a nivel personal, pues de nada sirve superar obstáculos e impedimentos sino se sabe qué hacer luego.

Según Martin Seligman, un reconocido psicólogo y escritor de origen estadounidense, la felicidad puede ser analizada de diferentes formas. Desde el punto de vista temporal, en el pasado nacen sensaciones como la satisfacción y la serenidad, mientras que en el presente se encuentran todos aquellos placeres momentáneos, los cuales son alcanzados mediante el aprendizaje y la educación. Emociones como el optimismo y la esperanza se hallan en el futuro.

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Por otro lado, se plantea que existen tres tipos de felicidad, que obedecen a distintas formas de trascendencia personal. La felicidad hedonista, tal como su nombre indica, está basada en el placer. No se trata exclusivamente del aspecto sexual y los deseos carnales, sino en las emociones positivas que se generan en la búsqueda por gozar de la vida. De este modo, se puede sentir alegría, diversión, amor, gratitud, inspiración y mucho más.

También está la felicidad que nace de estar comprometidos con una tarea que nos motiva. Aquí se encuentra la sensación de serenidad, que suele traducirse en un estado de fluidez y plenitud. Una vez el objetivo ha sido alcanzado, el orgullo invade a la persona, pues sus capacidades han sido puestas a prueba exitosamente.

El tercer tipo de felicidad es el que nace cuando se lleva a cabo una actividad que da sentido a nuestra existencia. Básicamente consiste en obrar en función a una causa u otra persona; como los hijos, un partido político, un ideal, o la misma humanidad; dándole un valor superior a uno mismo. Al margen del sufrimiento que se pueda experimentar durante este proceso, las emociones positivas surgen a partir de la valoración del sacrificio realizado.

Teniendo en consideración todos estos enfoques, queda en claro que la única forma de alcanzar la felicidad es mediante el seguimiento de determinadas conductas, las cuales permitirán aumentar la percepción de emociones positivas. Se debe disfrutar el presente y valorar el pasado, ver con esperanza el futuro, y siempre dedicar tiempo para actividades placenteras, interesantes y altruistas.