GABRIEL JEREMIAS

Cuando se habla de violencia de género se suele hacer énfasis en los casos de abuso contra la mujer. Pueden ser agresiones físicas o psicológicas, que son llevadas a cabo en ausencia de valores morales, y que terminan por dañar la identidad de la persona afectada. Asimismo, involucra una serie de efectos negativos para la estabilidad social de cualquier país. De esta forma, es necesario tener en claro su concepto y alcances, pues de otro modo estaremos tergiversando la realidad de unos problemas más comunes en el mundo de hoy.

En primer lugar, se trata de un término que es utilizado para distinguir los actos de violencia que son motivados por el género de una determinada persona, aunque también pueden ocurrir en función de un grupo de gente. Eso implica todas aquellas manifestaciones que tienen como objetivo causar sufrimiento de algún modo, ya sea físicamente, mediante amenazas o represión. Aquí también se incluye la privación de libertades, donde los derechos fundamentales que todo ser humano posee son vulnerados.

Lo antes mencionado está presente en diferentes aspectos de la vida cotidiana, formando parte de la sociedad y la política. Además, los medios de comunicación suelen transmitir mensajes que pueden ser malinterpretados por los más jóvenes, mientras que ciertas religiones enseñan conceptos inadecuados que descalifican las relaciones de pareja del mismo sexo. De la misma manera, la violencia de género es algo que forma parte de muchas familias, al margen de sus creencias o poder adquisitivo.

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No cabe duda que las víctimas en la mayoría de casos se tratan de mujeres y niñas, dado que por desgracia aún prevalece una estructura patriarcal que enaltece el rol del varón por sobre todas las cosas. Esta realidad es más notable en Occidente, donde los hombres crecen pensando que tienen un papel dominante, el cual justifica la subordinación de la mujer. A pesar de los avances en materia de derechos humanos, es necesario que los mismos gobiernos inviertan en campañas de concientización para cambiar esta forma de pensar.

En países como Perú y Brasil existen preocupantes niveles de aceptación sobre la violencia de género en las relaciones matrimoniales. Muchos hombres y mujeres terminan abusando de sus parejas, ya sea física o psicológicamente, pues llegan a considerar estas acciones como aceptables.

En conclusión, solo queda reflexionar sobre qué posibles soluciones reales se pueden plantear al respecto. Tenemos la obligación de cuestionar aquello que nos han enseñado, dudando de los medios de comunicación y no dejándonos llevar por creencias religiosas o doctrinas similares. Asimismo, se debe exigir al Estado que establezca políticas efectivas que aborden el problema. La violencia de género no tiene lugar en una sociedad que aspire a la justicia e igualdad entre todas las personas.