Por: GUSTAVO ALVAREZ GARDEAZABAL
Colombia no ha sido distinguible por sus ensayistas. Las habilidades literarias han sido expresadas en narraciones y poemas aunque leímos piezas maestras de Germán Arciniegas, Baldomero Sanín Cano y Otto Morales Benítez. Por eso tal vez el nombre de Carlos Granés no tiene tanta repercusión pese a tratarse del más consolidado de los ensayistas latinoamericanos de todas las épocas. Y ni aun leyéndose un libro de tanta factura como DELIRIO AMERICANO, que acaba de editar Taurus, van a reconocerlo y mucho menos a admirarlo.
Antes de que la fugacidad algorítmica chulee este libro para clasificarlo, vale la pena atraer lectores hacia él. Su tesis central es de pronto forzada porque la eslabona entre José Martí, a principios del siglo XX, y Fidel Castro, al terminarlo, y con esa disculpa da una revisión, lo más exhaustiva posible, de lo que ha sido la evolución del pensamiento social, político y literario de América Latina a lo largo de todos los 100 años. Pero si bien se logra que un eslabón enganche con el siguiente en tiempo y espacio, el libro puede leerse, como lo dice el autor, por fragmentos o a saltos, que en cada página, en cada período, brilla por su objetividad, su cansancio hipotético y su encumbramiento metodológico de los personajes.
Escrito en una prosa fina, permite juzgar en retrospectiva desde Huidobro hasta Uslar Pietri, desde Haya de la Torre a José Figueres pero enmarcándolos en las circunstancias históricas que vivieron y que solo el paso del tiempo ha permitido que alguien con tanta sabiduría como Granés las juzgue e invite al lector a que haga lo mismo. No es clasificable su pensamiento en las corrientes filosóficas o políticas vigentes y mucho menos en las vividas por lo que su visión global va adquiriendo una neutralidad picante pero sin dobleces, orientando antes que aplaudiendo, destripando con el peso de la historia antes que encumbrando con las falsas versiones que de todos sus personajes han dado los historiadores o los recuentos o exagerado la mitificación populista.
Da inmenso gusto leerlo lentamente. Da más gusto leerlo completamente. Hacerlo es un acto de adoración perpetua en una religión de la sabiduría que pocos congéneres alcanzan a entender. Un gran libro.