Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
De niño siempre oí hablar en mi casa de como se había acabado el caserío de Malabrigo, allá en la parte alta del cañón del Porce en el nororiente antioqueño.
Encontrarme entonces de pronto con una inquietante novela donde se describen aquellas tierras, se relata con habilísimo truco metafórico la guerra vivida a lo largo de ese cañón aurífero entre guerrillos, paracos y ejército y se cuenta la vida y sus intríngulis en Guadalupe, pueblito antioqueño donde mis ancestros se levantaron, me produjo emoción sensible y una extraña satisfacción.
Es la historia de un chico criado por su abuela en esas montañas de Malabrigo porque su madre lo parió y se fue con uno de los tres grupos que hacían la guerra. Es la historia no contada, porque muy pocos la supieron, de cómo se vivió un conflicto que ya se está olvidando porque ni siquiera lo dejaron llamar guerra.
Es la historia de un niño pegado de las naguas del cura del pueblo que arma su harem de monaguillos y aun cuando todo lector se lo imagina, nunca narra el fragor sexual pero sí describe perfectamente los actos sadomasoquistas del cura cacorro con los muchachos, y en detalle el realizado contra el personaje central, el huérfano con pecas, que trata de imitar el gesto del cuadro del Divino Rostro que hay en la iglesita del poblado para que lo distingan.Una novela que escarmienta a cualquier lector, hecha artesanalmente, sin siquiera un corrector de ortografía de Google, pero que lo enfrenta a la realidad cruel que este país ha tapado entre medio de tanta montonera de popó.
Una novela bien hilvanada, que logra escapar del testimonio amasando la ficción, pero que agarra al lector, conmueve sus más elementales sentimientos de rechazo a la impunidad con que se ha tratado las relaciones entre los curas de la iglesia, los dueños del poder civil, los uniformados constitucionales y los tres focos que nos hicieron la guerra: guerrillos innominados de un bando y del otro, soldados sin rostro, paracos despiadados.
Y todo visto desde la genial óptica de Guadalupe, un pueblito agarrado a la breña que se tapa de neblina todas las tardes. Es para buscarle un editor de valía que la haga conocer. Publicó Vázquez Editores. 139 pgs.