Por: GUSTAVO ALVAREZ GARDEAZABAL
A los colombianos nos fue vetado saber cómo evolucionaba Panamá después que los Estados Unidos, por medio de un acto de fuerza de su armada y su infantería de marina, propiciaran el 3 de noviembre de 1903 la independencia del itsmo. Como fue un error tan craso tanto del combo dinosáurico de Miguel Antonio Caro y el señor Marroquin como de las inacabables ganas de hacer la guerra que siempre tuvieron Uribe Uribe y Benjamin Herrera. Como al menos al país, después de la horrorosa Guerra de los Mil Días le quedó la vergüenza, nadie volvió a preguntar por Panamá y ni los diarios ni los ensayistas nos contaron lo que el imperio norteamericano estaba haciendo en lo que siempre fue territorio colombiano.
De una manera tan cruel como Putin ha preferido invadir a Ucrania, los gringos pactaron quedarse encargados de una zona panameña de varios kilómetros cuadrados al lado y lado de donde se estaba terminando de construir el Canal interoceánico. Y, con billete en mano, negociaron el irrespeto con Colombia de la misma manera como Putin, recordando al ucraniano de Kruschev, su predecesor, terminará negociando Ucrania igual a como hizo con Cuba en 1962 . Sobre lo que sucedió entonces en esa Zona del Canal de Panamá.
Sobre la manera despiadada como los norteamericanos resolvieron borrar toda huella de civilización que Colombia había dejado durante siglos al lado del camino real y después del ferrocarril que iba de Colón a Ciudad de Panamá, y acabaron pueblo tras pueblo, caserío tras caserío, la historiadora Marixa Lasso nos pone al día sobre esas circunstancias que desconocíamos. Por supuesto en Colombia,no interesó entonces lo que estaba sucediendo en la antigua provincia y creo que mucho menos ahora porque la noción de autodeterminación nunca se ha respetado y las posibilidades de exigirle respeto al ogro gringo pararon el día que el presidente Pedro Nel Ospina recibió los millones de dólares que Washington pagó por compensación. Pero al detallar todo lo narrado por la historiadora panameña Marixa Lass en este libro, uno se da uno cuenta, 120 años después, que es verdad que la cultura anglosajona donde llegaba iba borrando las herencias comunes y así como no reconocía que los musulmanes tenían la misma formación griega que los occidentales, menos admitirían que Colombia, un país tropical, de seres inferiores, hubiese tenido capacidad para pensar en construir el canal que uniera dos océanos.
Este libro trata de contarnos la gestión colombiana, la gestión panameña, de bogas, arrieros, abogados, ingenieros y campesinos, quienes vivieron como predecesores o partícipes de la construcción del Canal. Para Colombia, que prefiere la ignorancia a reconocer sus errores para evitarlos, este libro nos sumerge en un baño de verdad y nos pone al día de lo que hicieron los panameños desde 1903 cuando los colombianos salimos, como seguramente lo tendrán que contar los nietos y bisnietos de los ucranianos dentro de 100 años. .