Gardeazabal

Por: Gustavo Álvarez Gardeazabal

Leonard Cohen fue un poeta, novelista, músico y cantante canadiense exitoso en todas las artes, ganador aplaudido de 6 Grammy y hasta del renombrado premio literario Príncipe de Asturias.

Murió ya viejo en 2016 rodeado de fama, honrado como un autor polifacético y recordado como un símbolo de una generación por sus poemas, sus canciones y sus novelas. Alguna vez dijo que su mejor libro era el que no había vuelto a publicar y que escribió cuando tenía 20 años, UN BALLET DE LEPROSOS.

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Permaneció inédito hasta el mes pasado, cuando Pinguim Random House lo ha editado simultáneamente en varios idiomas y después de leerlo, o de devorarlo vertiginosamente, hay que darle razón al esquivo cantante, es un muy buen libro. 

Es la historia de un joven contable,con alguna desviación mental sospechable, que vive en casa de una señora que arrienda piezas y un día recibe una llamada desde su nativo Canadá donde le dicen que su abuelo, desaparecido después que huyó de la guerra, está vivo y la familia que lo mantenía ha desaparecido también y él debe hacerse cargo de él.

Todo lo que puede pasar al nieto que se encariña de ese viejo tóxico sirve para mostrar cuanto de su propia desviación mental y psicológica ha heredado de su antepasado.

Con crueldad lacerante, con escalpelo de narrador hiriente, de rabino circuncidando, cautiva al lector, propone una forma de entender la vida y a su vez de enredarla acercando cada vez más la novela a una representación teatral moderna de los ancestros tribales.

Como tal entonces construye una antiética al juzgarse o engañarse a si mismo y a la novia que tiene, para hacer el amor pero no para amarla, levantando paralelismos junto a irresponsabilidades, enamorando al abuelo con la casera, convirtiéndolo en un sádico tan contagioso y miserable puritano como el mismo narrador, pero desarrollando una trama atrapadora hasta para el más escrupuloso lector que, retorciéndose en el asco o la atracción sublime, termina por aplaudir la obra la edición en español tiene además unos cuentos que solo le dan páginas al libro para complacer caprichos editoriales cuando con las 118 páginas magistrales de la novela no requería de esas arandelas estorbosas