LA REGENERACIÓN, de Daniel Gutiérrez Ardila
Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Este es un libro catastrófico que pretende solidificar un mito, la Constitución de 1886,pero como quiere al mismo tiempo subvalorar a su gestor, Rafael Núñez, despojándolo de la aureola que la historia le ha creado y que lo protege, tiene un sabor agridulce.
Es valioso de todas maneras porque al hacerlo consigue erradicar los dos elementos equivocados en que se ha caído siempre al hablar del monstruo político que fue Núñez: su cacareado matrimonio con Soledad Román y su traición a los ideales dañinos del Olimpo Radical que se entronizó en Colombia con la Constitución de Rionegro en 1863.
Pero en su afán de maximizar el producto hace un tan exhaustivo y plausible trabajo investigativo para narrarnos las dificultades por las que pasó Núñez hasta sacar adelante su idea de derrocar la maligna república creada por los idiotas liberales de Rionegro, que en vez de convertir al cartagenero en un manojo de defectos humanos y de equivocaciones, como pretende una y otra vez,termina haciendo un pedestal para reconocer la magnitud de la Carta del 86 pero pegando más ladrillos a la estatua de Núñez.
Y lo hace porque ese frágil y feo ser humano fue quien consigue entender lo que todos sentían en la Colombia de 1880 y, con más verraquera que buen tino se encontró las fórmulas legalistas para matar al engendro perverso de la Constitución Liberal de Rionegro y borrar la huella oligarca del Olimpo Radical que mal gobernó a Colombia por casi 25 años. Lo de Núñez para derrocar la Carta del 63 fue un trabajo de filigrana.
Hubo anteproyecto de reforma, plebiscitos municipales, nombramiento de delegatarios y redacción compensada . El libro de Gutiérrez Ardila es enjundioso y su lectura amena. La narrativa no es pareja porque se excede en algunos momentos en transcripciones de periódicos y revistas de la época, pero como el autor tiene sentido histórico en su capacidad de detectar hasta las hendijas de un período tumultuoso y taponar los baches de la tradición, Núñez resalta a dolor del mismo Gutiérrez Ardila.
Este libro nos demuestra que la Constitución que Núñez empujó y que Caro y Campo Serrano construyeron a pedido del cartagenero, logra, como los dioses mitológicos de los griegos, quedarse por encima de todo como el esqueleto del verdadero poder constituyente.
Pero en especial porque estableció el orden intocable que hoy todavía nos permite conservarnos como república,aún por encima del otro engendro dañino de la Constitución de Gaviria en el 91 y que pretendió destripar la de Núñez del 86.