Ritmo de azúcar con caña cubana, la dulzura de una charanga no se compara con ningún otro aire musical del Caribe, los violines y la flauta fueron los instrumentos que le brindaron al bailador una de las expresiones musicales más exitosas en la historia de la música antillana.

Esa vieja charanga de la Orquesta Aragón edulcorada con la flauta de su líder Richard Egües hizo bailar a miles junto a otras piezas que la mítica orquesta grabó en la buena época charanguera.

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Pero, ahora bien, qué permitió que el movimiento charanguero creciera en Cuba a partir de los años 20 y el cual hizo explosión en los 50 y 60, pues ocurrió algo muy curioso en Nueva York cuando la charanga con la llegada de José Fajardo a la Gran Manzana hizo éxito y como ocurre con otros aires, la principal ciudad del mundo mostró a la industria musical lo que sería uno de los ritmos más explotados en las décadas del siglo veinte.

Surge la pregunta a muchos melómanos, ¿la Charanga es un ritmo o es un sistema orquestal?

Entremos en la parte histórica de la cosa: la charanga tiene raíces francesas pues la flauta, instrumento irremplazable en este tipo de música produce uno de sus sonidos principales. La charanga surge a principios de los 20 en Cuba como derivación de la orquesta típica o de vientos interpretando principalmente danzones, aunque a partir de la irrupción del cha cha chá (ritmo creado por Enrique Jorrín en 1951) la orquesta de charanga se convierte en un vehículo idóneo para este nuevo género.

Originalmente la charanga estuvo conformada por flauta, violín, piano, contrabajo, timbal o paila criolla según el caso y también el güiro como elemento rítmico imprescindible, luego llegaría la tumbadora para reforzar el ritmo, otros dos violines y obviamente los cantantes; esto quiere decir que la charanga en sus inicios era dedicada casi exclusivamente a la música instrumental y es que en los salones de baile de La Habana se bailaba la charanga de una manera muy sencilla con instrumentos de percusión que sencillamente servían como un apoyo, pues la base fundamental y melódica eran el violín y la flauta.

1959: éxodo de músicos cubanos a Nueva York

La llegada de la revolución a Cuba forzó la salida de muchos de los genios musicales de la Gran Antilla, entre ellos José Fajardo, quien con sus Estrellas participó en un concierto organizado por el partido demócrata en 1958 para favorecer el voto latino hacia John F. Kennedy, para el momento senador y candidato a la presidencia. Y es que la charanga de Fajardo y sus Estrellas tenía mucho sabor para los latinos de Nueva York y para los no latinos también, esa música creó otra revolución, pero musical y así Fajardo la trasladó al mítico Palladium de la mano del para entonces gerente general de este salón de bailes Catalino Rolón y allí, a la par de las grandes big band de Machito, Bauzá, Tito Puente y la Pachanga de Tito Rodríguez causaron el delirio de muchos. Causalmente esa invitación de Rolón a Fajardo para tocar en el Palladium fue un día antes de regresar a Cuba, era 1958…. y no regresó.

Las diferencias se fueron marcando, pues la charanga tradicional (la de Aragón entre otras orquestas) era más sencilla, más cuadrada, acompasada y corta, en cambio la de Fajardo era más atrevida y con percusionistas de la talla de Ulpiano Díaz en las pailas y Tata Güines en las congas se convirtió en una propuesta algo más variada y fueron mostrando solos en la rítmica (de timbales y congas) que fueron una novedad en este tipo de música.

Año 1974: Harlow revivió las viejas Charangas

“Se me perdio la cartera” y la manera de bailar de Encarnación fueron temas con los cuales Junior González hizo creer a muchos que éstos eran nuevos. Larry Harlow también tuvo su cuota de inventiva y de la mano del sello Fania y un violín duplicado en el estudio de grabación y ejecutado por el otro judío maravilloso Lewis Khan hicieron bailar al Caribe con viejos temas de Arsenio Rodríguez y Richard Egües, era nuevamente la Charanga que venía con todo a irrumpir en el ambiente musical, pero esta vez con una carátula que por vez primera al menos en Nueva York, incluía la palabra Salsa..!! y es que así se bautizó el disco con una fotografía de un Harlow en plena inspiración.

Pero este no es el fin de la historia, ella misma se alimenta de la creatividad de Pacheco, la Broadway, el mismo Juan Formell y sus Van Van, Oquendo y Libre, todos ellos y muchos más vivieron durante años de la Charanga. Eran orquestas cada una con sus características particulares que no necesariamente tenían que limitarse a violines y flautas, nada más lejos de la realidad, allí sonaban trombones y trompetas también, el sonido se amplió, en ocasiones se aceleró y en otras se atrasó, pero lo bueno de todo es que evolucionó.

Cómo ritmo y como agrupación, la charanga se mimetiza y así se da el lujo de darle nombre a un género y también a un sistema orquestal.