Corría el año de 1963, cuando a Héctor Juan Pérez Martínez, ‘Héctor Lavoe’, siendo apenas un adolescente que ya contrariaba rebeldemente las ideas de su padre, se le ocurrió ir a probar suerte a la gigante ciudad de New York
Procedente de Ponce, Puerto Rico, a aquel chico delgado, con baja estatura, de voz muy aguda y que había llegado con la ilusión de hacer una vida independiente consiguiendo unos pesos de más, lo primero que le preocupaba era conseguir un empleo, por lo que al aterrizar en la metrópoli no dudó en dedicarse a trabajar como mesero y mensajero.
Fueron varios los meses en los que Héctor, con 18 años, se dedicó, entre otros oficios, a ser maletero, pintor y hasta conserje, antes de encontrarse en La Gran Manzana con su amigo de infancia, Roberto García, quien desde niño le conocía sus dotes para el canto y más bien buscó la forma de llevarlo a los salones de música latina en el Bajo Manhattan.
Y fue precisamente en uno de esos periplos por un club de la avenida Prospect donde el “Jibarito de Ponce” conoció al ya consagrado pianista Russell Cohen, director de la orquesta New Yorker Band, a quien luego de saludar le interpretó unos versos del bolero “Plazos traicioneros”.
Después de escucharlo, a Cohen no le pareció para nada descabellada la idea de integrar a Héctor como vocalista de su orquesta, pues consideró que con su estilo versátil podía darle otra figura al trabajo musical “Es mejor tarde que nunca”, que venía ideando desde tiempo atrás.
Sin embargo, la voz principal del grupo que ya empezaba a tomar fuerza era la del experimentado vocalista puertorriqueño Rafael ‘Chivirico’ Dávila, por lo que para mantenerse en el grupo Lavoe tuvo que conformarse tocando las maracas y haciendo algunos coros.
Pero la ocasión la iba a encontrar. Y tan solo transcurrió un año en la escena como corista cuando al ‘Cantante de los Cantantes’ le llegó su turno con la orquesta al grabar el sencillo ‘Mi China Me Botó’, de la producción ‘Está de Bala’, para el sello SMC y grabado en 45 RPM.
El tema, de la autoría del cubano Arsenio Rodríguez y compuesta por Alfredito Valdés Jr., rápidamente caló entre las juventud neoyorkina, que para entonces comenzaba a ser testigo de abruptas transformaciones urbanas y encontraba furor en revolucionarios ritmos como el Soul y el naciente Boogaloo.
En un son montuno de 2 minutos y 31 segundos de duración, ‘El flaco Héctor’ se despacha sarcásticamente contra su compañera, a quien le reprocha haberlo ‘botado’ por cumplir su deseo de cantar con la New Yorker, donde venía haciendo fila para sacar a flote su aguda voz.
Sin embargo, más allá de lo que representa esta pieza para los seguidores del “Rey de La Puntualidad”, con cada día que transcurre la melodía de esta reliquia adquiere un valor incalculable entre los salsómanos por un detalle no menor: su difícil y casi que imposible adquisición. O por lo menos así lo confirma el reconocido coleccionista de salsa y música afroantillana barranquillero, Nelson Fontalvo Claro.
Conocedor como pocos, Fontalvo asegura que él y un sin número de melómanos llevan más de dos décadas en la ardua labor de conseguir el LP original de este tema, donde en el lado B también figura la canción ‘Guabacha’, de la autoría de Alfredito Valdés Jr.
Narra que su carrera por encontrarlo no ha resultado exitosa, a merced de que fueron pocas las copias que el sello original SMC sacó a la venta, sumándose a esa circunstancia que, de un tiempo hacia acá, las pocas que quedaban entre los melómanos desaparecieron del panorama de las discotiendas y los compradores de la época.
Asegura Fontalvo que hasta hace unos cuatro años era una sola la copia en formato acetato que había de este trabajo discográfico en Colombia. La misma pertenecía a un hombre de quien se sabía residía en tierras del departamento del Quindío y que, hasta antes de perder su contacto, supo que vendió ese vinilo con toda su discoteca a la coleccionista española Gladys Palmera.
La presentación del trabajo ‘Está de bala’ en vinilo de 7” a 45 RPM, publicado en 1965, donde se encuentra el primer trabajo grabado por Héctor Lavoe, titulado “Mi China Me Botó”.
Al mismo tiempo, asegura que hace unos seis años una persona radicada en el exterior pedía la gruesa suma de 6 mil dólares (hoy, unos $23.858.940,00 colombianos) a cambio del disco, pero el alto costo de la subasta fue sin duda el obstáculo principal entre los coleccionistas para comprarlo.
La carrera por obtener el vinilo original de “Mi China Me Botó” sigue creando incertidumbre y trasnochando a los salseros y coleccionistas, que hoy no saben a ciencia cierta qué pasó con el material.
Lo cierto es que esta joya musical quedará para la historia, como también perdurará en los melómanos y seguidores de “El hombre que respira bajo el Agua” la búsqueda incansable por deleitarse de nuevo con esta verdadera reliquia musical que, sin duda, a más de uno tiene desordenando los pasillos de las grandes discotiendas del mundo.