Joanna Lukhverchyk, artista ucraniana invitada al Encuentro Mundial de las Culturas Populares, relata cómo la danza, la música y sus expresiones tradicionales le han cambiado la vida y han ampliado su voz para llevar un mensaje de esperanza a los territorios.
Botas rojas, corona de flores, listones, la más grande sonrisa: ¡al escenario! Desde muy pequeña sus padres ucranianos la llevaron a una escuela para estudiar danza y, desde ese momento, quedó enamorada de la que sería su más grande pasión. El arte se incorporó en sus venas y hoy, tras 15 años de trayectoria, la danza hace parte de su estilo de vida.
Joanna es una mujer joven orgullosa de su cultura que guarda en su corazón la esperanza de que por medio del arte puedan lograr cambiar el panorama y mitigar el conflicto que actualmente vive la población ucraniana. “Teniendo en cuenta el contexto actual, es importante mantener la cultura fortalecida para mostrar cómo somos, una nación que ama y se siente orgullosa de su cultura. Lo que más queremos es divulgar nuestra cultura a todo el mundo, y de esta manera enviar un mensaje de esperanza y solidaridad a todos los afectados por la guerra”.
Actualmente vive en Toronto, Canadá, y hace parte de la Escuela de Danza Ucraniana ‘Yavir’, un testimonio fiel del legado perdurable de los inmigrantes ucranianos que llegaron a Canadá en busca de una vida mejor. Desde su experiencia, esta escuela se ha convertido en su segundo hogar, su gran familia, un espacio donde la pasión y la dedicación preserva el patrimonio cultural de sus antepasados.
Para nadie es un secreto que la situación de Ucrania ha permeado muchos sueños, pero los artistas como Joanna siguen creyendo firmemente en que el arte es una poderosa herramienta para la construcción de paz, “este es un mundo hermoso y debemos tener la oportunidad de compartir nuestra cultura, nuestra historia, esto brinda mucha alegría y amor. Es muy importante compartir estos bellos sentimientos con el mundo”.
Su paso por el Encuentro Mundial de Culturas Populares ha sido gratificante, pues la joven artista está maravillada de conocer personas increíbles, compartir su cultura y recibir de parte del público caleño tan cálido recibimiento y ovaciones en cada uno de sus espectáculos.
Para ella, poder llevar a los escenarios mundiales una danza folclórica tan tradicional como lo es el ‘Hopak’ y otros ritmos la hace vibrar de emoción, “sentir que el público lo disfruta, se pone de pie para aplaudirnos, es hermoso y es muy cálido para nuestros corazones, considero que es el mejor momento que he vivido en mi carrera como bailarina”.
Cali continúa haciendo historia al ser el punto de encuentro para las diversas identidades que desde el arte le cantan y le danzan a la vida y a la paz, poniendo en diálogo las culturas populares del mundo.