Lista de deseos
Por: Mariela Díaz Romero

Desear: aspirar, anhelar, querer, ambicionar, ansiar, codiciar, apetecer, suspirar, pretender, amalayar.
Todas estas palabras son las que la Real Academia Española de la Lengua coloca como sinónimo de desear. Si usted, entonces. ya tiene su lista de deseos, debe fijarse que un deseo puede ser algo a lo que se aspira, se anhela, se ambiciona, se ansia, se codicia, se apetece, se pretender, pero ¿se suspira? ¿se amalaya? Ya surgen en estos casos las dudas, porque un suspiro no es necesariamente un deseo y amalaya, según la Real Academia Española de la Lengua, en su segunda acepción es “ojalá”.

Bueno, entonces ojalá que todo eso que usted, lector, está deseando, suceda.
Porque si nos atenemos a la primera acepción de amalaya, esta apunta a expresar un lamento o ira. Muchas veces, por qué no, expresamos deseos en nuestras lamentaciones. Nuestras quejas son formas de desear que ciertas situaciones o circunstancias desaparezcan. ¡Amalaya!

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No obstante, prefiero apelar a las muchas variantes que la Real Academia Española de la Lengua nos presenta del verbo desear. Y al lado de ese verbo pondría otro: ejecutar. Dicen los entendidos que los deseos sin ejecución son simples sueños, en cambio los deseos a los que les metemos el motor de la acción se conviertan en metas.

Por eso antes de escribir mi primera columna de 2024, me puse a arreglar mi estantería de libros, que estaban desordenados porque la gran cantidad de trabajo que he tenido en este último mes del año 2023 no me había dejado organizarlos. Pero, finalmente, la calma de este primer día me ha brindado la oportunidad de poner en limpio una meta que me ha rondado desde hace un tiempo, y era comprobar los libros que he podido ingresar a mi biblioteca de autoras asiáticas.

Es decir, un ramillete de deseos para ser cumplidos, libros para ser leídos.
Al mencionar Asia, no solo me refiero a China y Japón, sino también a otras naciones como Vietnam, La India, Paquistán, Samoa, e Irán y Afganistán, aunque estas dos naciones de creencia musulmana, que es otras forma de clasificación.

De Vietnam me gustaría destacar a la autora nacida en Saigón, Kim Thúy, quien abandonó su país a los 10 años y llegó a Canadá como refugiada, de allí que algunas de sus obras abordan esta experiencia del exilio. En “Mãn” (Periférica, 2016) explora las tradiciones culinarias de una chica a la que su madre quiere proteger casándola con el dueño de un restaurante.

Arundhati Roy, nacida en La India, es una escritora que ha logrado notoriedad con su novela “El dios de las pequeñas cosas” (Anagrama, 1998), y en la que relata gran parte de la vida cotidiana de una familia, cuyas generaciones se sucedieron fieles a sus costumbres en el sur de La India.

Una autora nacida en Paquistán es Taslima Nasrim. Su novela “La hermana de Nupur” (Seix Barral, 1999) es la historia de dos hermanas que tienen visiones contrapuestas ante las imposiciones familiares y patriarcales, y a pesar de ello su complicidad las hace ser fuertes y unidas.

Sia Figiel nació en la isla de Samoa, específicamente en Matautu Tai, y su libro “El lugar donde nacimos” (Seix Barral, 1999) es una ventana abierta a la realidad de la Polinesia a través de las vivencias de tres adolescentes indígenas que despiertan a los enigmas de su realidad de la mano de la visión tradicional, propia e identitaria del lugar donde nacieron.

En cuanto a la literatura iraní, Sahar Delijani es un la autora de “A la sombra del árbol violeta” (Salamandra, 2014), una novela en la que aborda la fuerte represión existente en su país de nacimiento. Ya el hecho de haber nacido en una cárcel, mientras sus padres eran presos políticos, ha dejado una huella indeleble en su narrativa, que posteriormente desarrolló en California, Estados Unidos, adónde tuvo que emigrar junto a su familia.

Entonces, dejo aquí un mínimo acercamiento a cinco visiones distintas de la realidad pero, de algún modo, marcadas por difíciles situaciones de sobrevivencia, de lucha, pero también de esperanza, fe y buenos deseos por un porvenir de oportunidades. Exactamente lo que todos deseamos con cada año nuevo que se inicia, cargado de 365 oportunidades.