Por: Mariela Díaz Romero

La llegada del mes de diciembre es sinónimo de Navidad, y durante esta época del año se celebra el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre en la tierra.

La ciudad donde nació Jesús es Belén, según cuentan las sagradas escrituras.
De hecho una amiga muy querida, profesora universitaria, acuñó una frase muy divertida. Cuando quería llamar la atención de sus alumnos más despistados y menos atentos a sus indicaciones, les preguntaba: “Bueno ¿y en dónde estaban ustedes cuando expliqué eso? Ah, seguramente en Belén con los pastores”.

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Hoy en día, Belén es una ciudad turística enclavada en territorio palestino pero dentro de Israel. Es uno de los lugares de mayor importancia de la llamada Tierra Santa, lugar de peregrinaje de miles de turistas cada año.

Se cree que el lugar en el que se ubicó el pesebre en el que nació Jesús se encuentra localizado en la Basílica de la Natividad, una iglesia que comenzó a ser erigida en el año 326 antes de Cristo. Dicen los registros históricos que fue Helena de Constantinopla, madre del emperador Constantino, la que ordenó su construcción. Otras fuentes señalan que su construcción se debió a la iniciativa del obispo Makarios de Jerusalén, bajo las órdenes de Constantino.

Hace algunos años, esa iglesia estuvo en la lista del Patrimonio Mundial en Peligro, por lo que el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco recomendó su restauración y conservación.
Efectivamente, la refacción que se hizo en el templo incluyó la conservación del techo, las fachadas exteriores, los mosaicos murales y las puertas.

Los registros históricos señalan que la iglesia se culminó en el año 399 a.C, pero un incendio la dañó visiblemente por lo que fue sustituida por otra estructura en el siglo VI. No obstante, la basílica actual conserva partes del suelo de mosaico original.

Según cuenta Mi Baúl de Blogs, y como señalé más arriba, el lugar donde se encuentra la Basílica de la Natividad está reforzado por muros de alta seguridad, custodiado por el estado de Israel a pesar que Belén forma parte de Cisjordania, en Palestina.

Ese muro de máxima seguridad es también llamado el “muro de la vergüenza” y en él se encuentra una de las pinturas del artista plástico Bansky. Se trata del famoso graffiti de un hombre lanzando un ramo de flores en lugar de una bomba.

De acuerdo con los testimonios de quienes han visitado Belén, esta se encuentra a 10 kilómetros de Jerusalén. Además de la Basílica de la Natividad, existen otros puntos interesantes como la Mezquita de Omar; la gruta de los pastores; la gruta de la leche; las piscinas del rey Salomón, hijo de David; y el Santuario de Nuestra Señora del Huerto.

Un detalle que llama la atención es que para entrar a la Basílica de la Natividad se debe atravesar la “puerta de la humildad”, es decir, hay que agacharse para penetrar a la iglesia, ya que esta entrada mide 1,25 m de altura. Se dice que fue hecha de esta forma para que los jinetes musulmanes no pudiesen atravesarla con sus caballos, pero sea esto verdadero o no, quien busque conocer este templo debe postrarse para acceder.

Una vez dentro de la basílica, se dice que el punto exacto en el que María dio a luz al Hijo del Hombre está marcado por un agujero en medio de una estrella de plata de 14 puntas, rodeada de lámparas igualmente de plata.

Existen teorías que apuntan que Jesús nació en otro sitio, pero es Belén el lugar más reconocido e incluso de él hablan San Mateo y San Lucas en el Nuevo Testamento.

Sin embargo, ¿por qué se nombra a Jesús como de Nazaret y no Jesús de Belén? Ese es otro interesante debate que vale la pena conocer en las fechas decembrinas.
Mientras tanto, ya saben, si alguno pierde el norte será porque está en Belén con los pastores.