Cada vez que llega el Día de la Madre en cualquier región del mundo, como fue este pasado primero de mayo en España, es muy común avocarse a celebrarlo y exaltar todo lo que eso significa. Sin embargo, el ser madre es también uno de los roles que ha sido más cuestionado en los países desarrollados, por la demanda que exige a las mujeres que desean y eligen ser madres.
Al otro lado del Atlántico, la realidad es otra. A nuestras mamás y abuelas se les impuso este rol como un deber ser dotado de perfección: la que nunca se cansa, la que siempre está disponible, la que debe renunciar a sus objetivos personales por el bien de los hijos o de la familia. Era incluso frecuente escuchar el término “mala madre” para una mujer que osaba pensar en sí misma antes que en sus hijos y en el bienestar de todos, todas y todes.
No obstante, eso ha ido cambiando. Cada vez existe mayor conciencia de que esas madres perfectas y abnegadas son un modelo del pasado, que no responde a la realidad de ese rol tan importante en la vida de cualquier persona.
Asimismo, ha quedado atrás la obligatoriedad que se le imponía a la mujer de ser madre y esposa, antes que ser profesional e independiente.
Al fin, en la actualidad, las mujeres tienen la posibilidad de elegir. Ya la maternidad no es el rol por excelencia, sino una faceta más que las mujeres pueden decidir llevar adelante o no.
En nuestros países de Latinoamérica esos roles tradicionales deben ser revisados y es urgente hoy más que nunca educar con consciencia. Todo ello debe partir de alguna manera con la educación sexual y la prevención del embarazo.
Si revisamos las cifras del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas (OIG – Cepal), sobre la tasa de fecundidad en mujeres con edades entre 15 y 19 años que residen en estas regiones, encontramos que son las más altas del mundo: por encima del 12%. Superadas solamente por las de África Subsahariana.
Según los datos aportados por el OIG – Cepal, hasta el año 2020, Nicaragua, con más de 19%, era el país de la región con la tasa más alta de embarazo adolescente, es decir, en féminas entre 15 y 19 años. Situación similar se da en República Dominicana, Honduras, Ecuador, Belice, Guatemala, Panamá y El Salvador. Venezuela no se queda atrás con 14,6% mientras que el porcentaje en Colombia es de 11,8%.
No podemos hacer análisis a la ligera, pero seguramente para las chicas que se ven reflejadas en estos datos la maternidad no ha sido una elección, sino un camino que siguieron porque no les quedó otra alternativa. Es urgente que estas cifras nos lleven a evaluar las situaciones humanas que existen detrás, y de las cuales los números solo revelan una parte de la realidad.
Cuando puedes asumir la maternidad con una situación de vida estable, consciente de las responsabilidades que acarrea y de los retos que implica, quizás con una pareja corresponsable (ese es otro tema muy importante de analizar) estoy segura que el disfrute es mucho mayor y la realidad es más ligera, porque tiene asideros en los que reposar. Sin duda ser madre en esos casos ya no es una imposición sino la mejor elección de la vida.