Por El Show Deportivo
En los Juegos Olímpicos de Invierno, de 1964, el italiano Eugenio Monti tuvo un gesto de respeto y espíritu deportivo, que llevó al Comité Olímpico Internacional a crear la Medalla Pierre de Coubertin, en honor al “Juego Limpio”
Lo ocurrido con la portera del San Luis, en México, la semana pasada, cuando se lesionó y su percance fue aprovechado por el equipo rival, para anotar un gol nos permite recordar un suceso ocurrido en los Juegos Olímpicos de Invierno, celebrados en Innsbruck, Austria, en 1964, protagonizado por el italiano Eugenio Monti, especialista en bobsleich, una prueba contra reloj sobre nieve.
Monti terminó su actuación con un tiempo récord, casi imposible de superar por sus rivales.
Todos celebraban la medalla de oro. Todos, menos Monti, quien permanecía sereno y callado a un costado de la meta, mientras pasaban los competidores que aún faltaban.
Sólo quedaba el inglés Tony Nash, quien podía ganar la competencia.
De pronto los periodistas que cubrían la carrera informaron que Nash había sufrido un desperfecto mecánico, porque una de las piezas de su vehículo se había roto.
Entonces Monti se retiró del grupo que lo felicitaba, caminó hacia su bob, sacó la pieza que se le había dañado a su rival y se la hizo llegar.
Tony Nash y su compañero arreglaron el vehículo, continuaron la marcha y terminaron con mejor tiempo que Monti, para adjudicarse la medalla de oro.
Nash era el campeón olímpico, pero Monti se convertiría en ese momento en símbolo mundial del “Fair Play” o “Juego Limpio”.
En 1965, el Comité Olímpico Internacional creó la medalla Pierre de Coubertin al Juego limpio, y se la entregó a Eugenio Monti, por ese gesto de 1964. Eugenio Monti volvió a los Juegos Olímpicos, en cuatro años después, y ganó la medalla de oro en esta competencia.
A partir de entonces, el COI entrega regularmente el premio al “Fair Play” a atletas que tienen un gesto de lealtad, como el de Monti.