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Talleres, video llamadas, trabajos, evaluaciones, cambios en la rutina de sueño, de alimentación… Así como nosotros nos hemos sentido desesperados o ansiosos en algún momento, nuestros niños también han lidiado con muchas cosas esta cuarentena, desde estrés y problemas de salud, hasta depresión.

Lo primero que debemos tener claro como padres, es que estamos viviendo estos momentos de incertidumbre sin manuales ni guías preestablecidas, estamos aprendiendo a manejar la crisis en el camino, día a día, sin ser expertos en el tema, pero con toda la paciencia, tolerancia y el amor que se requiere.

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Uno de los retos más grandes que tenemos son los cambios en la rutina, ya no se madruga para ir al colegio, los horarios de las comidas se alteran y las actividades físicas disminuyen considerablemente. Nuestra tarea debe ser entonces involucrarlos más en las actividades diarias, y la cocina es un espacio que está abierto a la cooperación y la creación.

Empecemos por encargarles una comida del día, puede ser el desayuno o la cena. Aunque sean niños, trátalos como si fuesen capaces de hacerlo, así se sentirán con más seguridad al momento de preparar alguna receta. A los más pequeños podemos encargarles rallar el queso, partir y batir los huevos, triturar galletas, hacer migas de pan, deshojar la lechuga o el repollo. Dale a oler las especias, enséñale a sembrar los tallitos de la cebolla, las semillas del pepino, del ají. Despiértales el interés por saber de dónde vienen los alimentos y los beneficios que nos brindan.

Todos los niños son capaces de medir, mezclar, amasar, moldear. Es fantástico verlos en la cocina dando lo mejor de sí, seguir una receta los mantiene enfocados y dispuestos a seguir las reglas. A los niños más grandes podemos ayudarlos a usar el horno, preparar muffins, galletas, helados, smoothies, parfaits y ensaladas sencillas. También pueden encargarse de preparar las salsas, vinagretas, dips o mermeladas.

Hazlos sentir orgullosos de sus preparaciones y dales la libertad de decidir lo que les gustaría comer, que no se sientan obligados, si un día no quieren participar, está bien, tal vez mañana si quieran, la cocina debe ser un espacio de diversión y creación para ellos. Recuerda que hay días en que se vale hacer pereza, se vale llorar, se vale estar en silencio y otros en que se vale ser productivos.

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