Por: Miguel Ángel Arango

Eder alcalde CIEN DÍAS SIN REVIVIR A CALI “Voy a revivir a Cali”, fue el grito de batalla del entonces candidato a la alcaldía de la ciudad Alejandro Eder. Afirmación presuntuosa e irresponsable. Ya han pasado los primeros cien días del inicio de su mandato y la esperanza ya fue reemplaza por la frustración. Los males que agobiaron a esta capital en el último lustro subsisten en el nuevo gobierno y de pronto con la crisis más acentuada.

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Eder tiene fama de gocetas en círculos muy cerrados de la oligarquía vallecaucana y por eso algunos de sus miembros de la misma expresaron su escepticismo sobre la eficiencia de la gestión como alcalde de este hombre. Su imagen se corroe muy rápido y su comunicación es casi nula con los caleños. En redes sociales lo han convertido en una caricatura y no como consecuencia de acciones diabólicas de sus adversarios de campaña sino por los vacíos que deja su discurso y sus determinaciones como alcalde.

Uno de los problemas más acuciantes del mandatario es que sus subalternos ya le descubrieron sus debilidades como gobernante. Unos ya las conocían ante de ser elegido y otros las conocieron apenas se posesionó.

Los males de la ciudad siguen latentes. La movilidad es todo un caos. Los señores de las motos continúan movilizando parrilleros violentando una norma que lo prohíbe pero con la indiferencia y permisividad de agentes de tránsito y de la misma policía. Cien días después del arranque de Eder no conocemos una acción de gobierno que se encamine a la reconstrucción de la cultura ciudadana que perdimos hace muchos años.

La ciudad sigue sucia. No fue suficiente con un dio de aseo que propició el alcalde recién posesionado. Algo falla en la recolección basuras porque por todas partes se ve mugre y prevalece la sensación de desgobierno y de abandono en las vías. El servicio del transporte masivo es precario. Quienes se suben al bus en Andrés Sanín se demoran dos días para llegar al lugar de trabajo. Eder nos dijo que a las pocas horas de posesionado las espera del bus se reduciría a un mínimo pero sus anuncios se perdieron en titulares de prensa.

El desafío más grande que tiene el alcalde es demostrar que está en capacidad de gobernar la ciudad. Lo peor que le puede ocurrir es que los ciudadanos le pierdan el respeto y al parecer ineluctablemente ya transita por eso camino. El camino de la mediocridad.

La política ya siente debilidad en su gobernante. Por eso desde las ratoneras en donde sobrevive el exalcalde sietemesino Jorge Iván Ospina, salió a darle dos coscorrones a Eder. Hizo un fuerte pronunciamiento por los recurrentes viajes del mandatario al exterior y otro por haber cerrado el ascenso de semana santa al cerro de Cristo Rey.

Y si Ospina que terminó con quince puntos de imagen desfavorable se atrevió a cuestionar al alcalde es porque lo vio vulnerable. Si JIO hubiese observado otra percepción entre los caleños no se atreve a escribir dos palabras para señalar a su sucesor.

Por su inexperiencia Eder no ha entendido que el momento clave para un alcalde es el despegue del primer año. Aquí se consolida una buena o una mala imagen. No pocos caleños ya observan un deplorable balance de los cien primeros días de este alcalde.

REACCIÓN Desde hace varias semanas personajes cercanos al alcalde le aconsejan hacer un ajuste en su gabinete para dar salida a funcionarios que poco han aportado. Seguramente no escucha la recomendación porque desde el pedestal en donde se encuentra no le permite aceptar que se equivocó con determinados nombramientos.

Le esperan días complejos. Cuando se conozca el alcance de su proyecto de plan de desarrollo vendrá la primera calentura. Los alcaldes que han surgido de las entrañas de la oligarquía local se han caracterizado por utilizar ese plan para favorecer a sus familiares y amigos y se espera que Eder no sea la excepción. Aquí tendrá que negociar con el concejo. Como siempre ha ocurrido

La contratación y no de personal será otro de los retos del gobernante. El problema no es Eder el problema son los personajes oscuros que están detrás suyo y que son reconocidos por ser obsecuentes mandaderos de empresarios cuando tienen una curul en corporaciones públicas o tienen un pedazo de poder en la administración municipal.