Columna: Ociosidades
Autor: Willian Fredy Palta
Carlos Marx afirmaba en Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843), que “la religión es el opio del pueblo”. Expresión que ha abierto largos debates en torno a la función, lugar e importancia de la religión en la sociedad. No obstante, más allá de abordar el papel de la religión en este corto artículo, lo que pretendo es llamar la atención sobre la inmediatez de las redes como una nueva religión, por lo que parafraseando a Marx diríamos que el esnobismo de las redes sociales es el opio del pueblo.
Es cierto que las redes sociales no se han erigido ellas mismas como religión, sino que ellas han ocupado una relevancia que pareciera trascendental en la dinámica social, a tal punto que constituyen para las personas en el referente de aceptación, de reconocimiento y de verdad que no se cuestiona. Se les otorga a las redes un poder que determina las relaciones y la vida de las personas. No hay que olvidar que Marx en su obra “el Capital” (1867) llamaba fetiche al capital, y lo criticaba como sistema porque instrumentalizaba al ser humano y lo comparaba con un vampiro que chupaba la sangre (la vida) de las personas.
Así como Marx critica al capital, hoy podemos llamar la atención sobre este nuevo fetiche al que se le ha entregado el tiempo, la vida y las relaciones humanas. En la Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, Marx señala que “ La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo” Frase que se puede aplicar a las redes sociales como religión, porque estas hoy se han constituido como espacio de catarsis psicológico, muchas personas renuncian a la ayuda profesional de la psicología y la desmeritan, pero exponen sus crisis, vacíos e histerias en las redes. Las redes sociales se constituyen como escenarios de espiritualidad ofrecidas al gusto de cada uno. Un mercado donde cada uno compra la paz de su consciencia.
Las redes se han convertido en el escenario publicitario de lo opinión sin fundamento. Basta que una publicación diga “un estudio científico” y con esto adquiere una sacralidad académica y dogmática que no admite discusión o cuestionamiento. En nuestra sociedad donde el amarillismo de la prensa distrae la atención y se pone al servicio de los centros de poder, estando siempre de lado, no de la información sensata y verídica, sino acomodando la noticia a sus intereses, hacen que esta religión fetichizada encuentre vida y sentido. Pero siguiendo con lo planteado por el pensador alemán, se hace necesario acabar con la religión que instrumentaliza la vida del ser humano, bajo ilusiones que alienan y dominan el pensamiento, en palabras de Marx “Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones”.
No estoy planteando acabar con las redes sociales, sino que se debe superar esa dimensión de sacralidad y sentido de vida para las personas. Las redes como espacios de socializar, de acercarse entre personas y de entretenimiento pueden ser interesantes, pero se hacen peligrosas cuando se absolutizan y les entregan a ellas la autoridad para determinar el valor de las personas y el rigor académico. En este sentido, considero que la ética es la reflexión que nos permite superar la idea fetichizada de las redes sociales. Frente a la sociedad actual centrada en las preponderancia de la imagen, de lo YouTuber, de las Fake news y los sofisma de distracción, como ingredientes necesarios de los que se alimentan estas religiones de la inmediatez y el esnobismo, la ética aparece como un contradiscurso consciente a este sistema que nos quiere distraer, mientras la corrupción, la inoperancia estatal y la injustica crecen cada día en nuestras realidades cercanas.
Aunque muchos hablan de la necesidad de la ética, la siguen considerando como un “relleno” sin importancia, como algo rezagado a discursos altruistas y dirigido a un grupo reducido de personas concentradas en fundaciones o acciones caritativas y asistencialistas. Precisamente este es el interés, reducir el valor e importancia de la reflexión ética, porque ante esta religión de la imagen, el esnobismo de las redes sociales, la ética seria atea y denunciaría toda opresión a la dignidad humana y al bienestar social. La ética no vende ilusiones, ni falacias que distraen la atención, La ética es consciencia social y personal frente a la realidad de injusticia y violencia. Desde estos escenarios una consciencia ética provoca transformaciones. Por eso ante la sumatorias de acciones nobles como traer a los colombianos de China y la ayuda a un León enfermo (casualmente ambas operaciones recibían el mismo nombre “Júpiter”) , que en un exagerado despliegue de parafernalia y amarillismo ha llevado a olvidarse de ciertas situaciones importantes, que acontecen en nuestro país, deseo terminar con algunas preguntas en voz alta ¿ que pasó con el laboratorio que apareció milagrosamente en la finca del embajador de Colombia en Uruguay? ¿ dónde está la droga que se encontró en dicho laboratorio? ¿ Quienes son los responsables de las fosas comunes que la JEP ha descubierto en Dabeiba y Medellín?¿Por qué ha generado tanto escozor el informe de la ONU a Colombia? ¿por qué no se dejó entrar al relator de la ONU al País, para terminar el informe? ¿Por qué la ONU es una organización a la que hay que creerle cuando habla sobre Venezuela, pero no cuando denuncia situaciones en Colombia? ¿ Que alcance tiene la petición del Senador Macias de Cerrar la oficina de DDHH de la ONU en Colombia?