De muchos de esos mensajes que nos invaden por redes sociales, yo borro a diario 400 vídeos e imágenes; hay uno que otro que justifica mantenerse en la red.
Uno me hizo reflexionar sobre a qué conspiración me he afiliado para explicar la pandemia de Covid19.
Igual que al final de la edad media y comienzo de la moderna, Siglo XV, cuando todos los males y pestes se le achacaban a las brujas, ahora se le atribuyen al capitalismo o al socialismo; a Trump o a Putin; a USA o a los Chinos y, por supuesto, aquí a Santos o Uribe.
En aquella época se quemaban en hogueras las supuestas brujas y a uno que otro brujo; a los magos, adivinadores de la de la suerte, quirománticos, etc.
Todo comenzaba con un bochinche y terminaba en el oído de un cura; de ahí a la candela no había sino una tortura.
Ahora, comienza con un chat falso que se difunde irresponsablemente y termina siendo cierto cualquier infundio. Inmediatamente, los fanáticos lo asumen como dogma y lo difunden como parte de la doctrina a la que están afiliados; algunos sin saber por qué.
Al final se olvida que el problema es un virus, para convertirse en quién tiene la culpa de que exista. Necesitamos quemar a alguien, por supuesto debe ser el comunismo o el capitalismo, o la JEP, o los paramilitares de Uribe; el proceso de Paz es un buen candidato para echar a ese horno crematorio.
Definitivamente los humanos, por los miedos atinentes a nuestra naturaleza, tendemos a exculparnos en otros y, hasta el extremo, saciarnos en cuerpo ajeno, mientras pedimos perdón y favor de Dios.