Llevamos dos días de cuarentena y ya nos comimos toda la compra que hicimos para los próximos quince días; la ansiedad, ver continuamente noticias e ir entendiendo hora a hora la gravedad de lo que nos está pasando, nos ha hecho comer como locos a los tres que habitamos esta casa: mi hijo de 26 años, mi marido y yo.

Pero hoy hemos hecho un parón, no podemos seguir así, vamos a disfrutar de estar en familia; hemos empezado por jugar al dominó (mi esposo es costeño) hemos re descubierto el parqués y lo más bonito de todo y por lo que amo al coronavirus es que hemos aprendido a limpiar todos. A mantener lo más pulcro posible todo lo que tocamos, aprendimos a cuidarnos entre nosotros, a disfrutar de las cosas que dábamos por hechas como abrir la ventana y respirar; la calidad del aire en Madrid ha mejorado significativamente en sólo dos días.

Hemos  aprendido a echar de menos, incluso a los que están cerca y no podemos visitar; si les vemos por las calles, en las pocas veces que podemos salir a comprar, no paramos, no hablamos, movemos una mano de lejos y se nos llenan los ojos de lágrimas.

Hemos aprendido a disfrutar del silencio; hay muchos más pájaros, ellos saben que no hay humanos en la calle y que pueden estar tranquilos; no hay ruido de automóviles, no se oye hablar a nadie, no hay niños, no hay más que una tranquilidad rara.

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La lección para hoy es racionar todo, comer normalmente y luchar contra la ansiedad del encierro. Nosotros dibujamos y pintamos todo el tiempo, pero también eso cansa, así que subimos y bajamos las escaleras, tenemos que hacer ejercicio y cuidarnos de esa manera.

También hemos empezado a cultivar nuestros propios alimentos; seguramente cuando den sus frutos, ya habremos salido de la crisis, pero ver lo que tarda en germinar un fríjol nos ha hecho entender el trabajo de los que las cultivan para que hoy podamos tenerlos en la mesa.

Tenemos a nuestro cargo a mi madre y su pareja, que viven en otro barrio; son personas mayores, en especial él, tiene una enfermedad que le hace de alto riesgo; yo los llamaba poco, ahora los llamo por la mañana y por la noche, les llevamos los alimentos, porque ellos no pueden salir ni a la puerta; por supuesto, también les puedo llevar el virus, así que las medidas de limpieza son máximas. Vamos a ganarle esta lucha al virus, ellos van a estar bien y saldrán de la cuarentena sanos, es nuestro compromiso.

A pesar de todo, amo este virus; me ha hecho ver otro lado de la historia: la contaminación ha bajado, he re descubierto a mi familia vía wassap, mis hermanas se encargan una de enviar vídeos de sus niños confinados; cómo estudian, se divierten y crecen, y la otra se encarga de enviar todas las nuevas noticias  y tutoriales de ejercicio, actividades en casa, rutinas de limpieza etc.

También estamos más en contacto con los familiares y amigos al otro lado del charco, no solamente en Colombia mi patria querida; yo intento enviar a todos los grupos con los que interactúo, mensajes positivos pero también hacerles ver que están a tiempo de salvar vidas.

El coronavirus va a acabar con el individualismo, el machismo, la contaminación, la suciedad, la dejadez y la insolidaridad.

Vamos a empezar a vivir de otra manera, con más respeto por el hermoso planeta que nos contiene y por las personas que de verdad importan como los miembros de la sanidad pública que deberían tener el sueldo de los futbolistas.